miércoles, 6 de septiembre de 2017

CAPITULO 43 (PRIMERA PARTE)




Los minutos pasan entre copas de bebidas y bocadillos. 


Tengo la necesidad de ir urgente al tocador. Necesito un poco de paz. Hay demasiada gente a mi alrededor y demasiado barullo. La cabeza empieza a dolerme, necesito estar tranquila por unos minutos.


–Cariño, iré al tocador y regresaré enseguida. –Le informo a Pedro.


– ¿Todo está bien?


–Todo está bien. –Respondo para que ya no moleste.


Me toma de la cintura, besa mis labios incesantemente y luego me sonríe. No sé que le sucede, pero me ha besado muchas veces en el día de hoy y me siento extraña.


Camino hacia la sección de baños. Mis tacones se hunden en el césped e intento no caerme, pero se me hace imposible. Esto es un desastre.


Tomo las extremidades de mi vestido y lo elevo hacia mis rodillas para no pisármelo. Tropiezo con algo y me imagino cayendo al suelo rápidamente, pero unos brazos me toman con fuerza de la cintura y al elevar la mirada veo a Damian. 


Oh, no…


–Al parecer siempre llego cuando estás a punto de caer. –Me dice con una sonrisa burlona. Me enderezo y miro hacia ambos lados para comprobar que nadie haya visto ese desastre.


–Al parecer tú estás en todos lados. –Espeto con sorna. Él se ríe y luego suelta mi cintura.


–Al parecer tú eres algo torpe. –Sisea conteniendo una risita.


–Al parecer tú eres un tonto. –contraataco, moviendo algunos mechones de mi cara de manera exagerada. Clavo mis ojos en su aspecto y observo detenidamente el traje negro que lleva y la cámara de fotos colgando de su pecho.


–Soy uno de los fotógrafos de la boda. –Me dice al ver que observo la Nikon.


–No me dijiste que estarías aquí. –Lo acuso frunciendo el ceño.


–Quería que fuera una sorpresa. –Me dice encogiéndose de hombros. Toma su cámara y me toma una fotografía desprevenidamente. El flash impacta sobre mí y mis ojos se enceguecen por unos minutos. Observa la fotografía y se ríe. 


–Es una linda foto.


Siento pasos detrás mí y la mirada de Damian clavada a la persona que se acerca. Estamos debajo de un inmenso árbol y la sombra que produce es algo fría y húmeda. Mis tacones siguen hundiéndose, pero sé que si me volteo, lo veré con mala cara y a punto de cometer una locura. No… 


¿Por qué justo ahora? ¿Por qué en un día como hoy? No quiero dar explicaciones, no quiero celos, ni quejas. Todo estaba perfectamente bien…


–Cariño. –Murmura Pedro colocando su mano en mi cintura y atrayéndome hacia si de manera posesiva. – ¿todo en orden? –Cuestiona. Me cruzo de brazos y observo el suelo. 


No quiero verlo, no quiero presenciar una batalla de miradas amenazantes que parece interminable.


Pedro –Murmura Damian a modo de saludo sin moverse de su lugar.


–Damian. –Responde de la misma manera fría y cortante. 


Han arruinado lo que empezaba a ser perfecto. Pedro es un tonto celoso y no tiene motivo alguno. No quiero pelear, pero sé que lo haremos de todas formas. 



– ¿No tienes fotografías que tomar? –Cuestiona en dirección al pobre chico que lo ve con rencor. Damian, toma su cámara y la apunta hacia nuestra dirección.


Pedro presiona más mi cintura. Me muevo y poso para la fotografía, sonrío lo mas que puedo, pero cuando sé que ya se acabó el estúpido momento de posar, cambio mi cara y hago una mueca de disgusto.


–Te veo luego, nena. –Dice saludándome con la mano.


–Adiós.


Corre hacia la multitud de gente y sigue con su trabajo. Me volteo en dirección a Pedro y antes de que pueda decir algo como protesta por que estaba con Damian me zafo de su agarre e intento seguir mi camino hacia el maldito tocador, pero me detiene tomando mí brazo sutilmente.


–Mira, Pedro, si vas a hacerme una escena de celos o lo que sea, mejor no pierdas tu tiempo. Solo me resbale y me ayudó, nada más. –Espeto duramente sin dirigirle la mirada.


–Lo sé, cariño.


Me detengo en seco claramente sorprendida ¿Qué? ¿De qué demonios está hablando?


Me volteo en su dirección y le demuestro el efecto sorpresa que tiene mi rostro. ¿Lo sabe? ¿Qué sabe? Niego con la cabeza a modo de confusión y me sonríe.


–No comprendo. ¿No vas a hacerme un escándalo?


–Lo vi, Paula. –Sisea con una sonrisa. –Resbalaste y él te sostuvo. No voy a hacerte un escándalo cariño. –Murmura acariciando el dorso de mi brazo con delicadeza. Sonrío abundantemente conteniendo la sorpresa de su reacción. 


Coloco mi mano sobre su mejilla y la acaricio también. Es tan perfecto… lo ojeo una y otra vez, contemplo cada centímetro de su rosto y el tiempo parece detenerse rápidamente.


– ¿Hablas en serio? –Indago interrumpiendo mis propios pensamientos.


–Confío en ti, cariño. –Me dice acariciando mi mejilla con la puntita de su nariz.


El enfado y la molestia que sentía segundos atrás se esfuman rápidamente. Es increíble como hace que mi humor cambie de un minuto al otro. Todo es romántico y dulce, pero quiero ir al maldito baño de una buena vez.


– ¿Todo está bien, entonces? –Pregunto para terminar con toda esta confusión.



–Todo está bien. –Me responde. –Ya te lo he dicho, confío en ti, Paula.


–Ahora sí, iré al tocador.


–Claro, nena. –Me responde con ironía, imitando el tono de Damian. Frunzo el ceño y lo regaño con la mirada. Ahora se le ocurre hacer bromas. –Bien, lo siento. –Me indica, claramente divertido por la situación.


Beso sus labios una y otra vez, luego lo veo marcharse de nuevo hacia la multitud de gente que rodea las mesas del banquete. Cruzo lo que me queda de jardín y por fin llego a los elegantes baños ubicados en la parte trasera del imponente y frondoso jardín. Los azulejos son de color piedra y la mesada de mármol se ve adornada con rosas que combinan con el rosto de la decoración del la boda.





1 comentario: