jueves, 7 de septiembre de 2017

CAPITULO 46 (PRIMERA PARTE)




Llegamos a nuestra mesa y todos detienen lo que están haciendo para observarme de pies a cabeza. Es más que claro que saben que algo sucede entre Pedro y yo, pero ¿Qué demonio les importa? Métanse en sus vidas y no me fastidien.


– ¿Todo en orden, querida? –Pregunta Barent apartando una copa de vino de sus labios. Sonrío, tengo que sonreír, tengo que ser la Paula hermosa y perfecta que siempre fui. Es hora de una de mis mejores máscaras, tengo que ocultar toda la mierda que tengo dentro.


–Por supuesto, Barent. Estoy muy bien. –Le respondo con una sonrisa. Me siento al lado de Pedro y me limito a mirar hacia adelante. Sé que está observándome desconcertado. 


Pero no estoy dispuesta a admitir que aun sigo molesta. Lo sorprenderé comportándome como la esposa perfecta que todos creen que soy.


–Paula… –Murmura acercándose a mí.


–Déjame en paz, Pedro. –Espeto duramente. –Ni siquiera me dirijas la palabra.



–No me hagas esto. –Suplica colocando su mano en mi rodilla. Poso mis ojos sobre el punto exacto en el que su mano toca mi piel por encima del vestido y trago el nudo que tengo en mi garganta.


–Yo. –Espeto apartándolo. –No hice nada. Así que déjame en paz.


Minutos después intento hacer conversación con los demás integrantes de la mesa. Sonrío y participo de todas las pláticas como si fuese la persona más feliz de toda la boda. 


Pedro intenta hablarme en varias ocasiones, pero simplemente lo ignoro. El plato principal es retirado y luego de varios minutos sirven el postre. Como solo un poco y observo la pantalla gigante en la que se proyecta un video clip de fotografías de Emma, Laura y Stefan. Todos nos reímos y recordamos buenos momentos, pero el corazón se me congela al ver una serie de imágenes de mi boda en ese video. Una hermosa foto con Emma cuando tomó mi ramo de novia, algunas fotografías mías y de Pedro bailando en medio de la pista con Laura y diversas fotografías más. Miro a Pedro y observo que está viéndome. Ambos pensamos lo mismo, pero estoy demasiado molesta como para siquiera pensar en razonar mi manera de actuar. Vuelvo mi mirada hacia la pantalla y continúo ignorándolo. El video finaliza con una hermosa fotografías de Stefan, Emma y Laura. Todos se ponen de pie y el lugar estalla en aplausos.


La música comienza a sonar estruendosamente y los novios juntos a los demás invitados corren hacia la pista de baile. 


Tania toma mi mano y me dirige hacia al centro de la multitud. No quiero bailar, yo no bailo si no tengo deseos de hacerlo, pero al ver que Pedro me vigila desde lo lejos, decido enviar todo al maldito demonio. Me muevo al ritmo de la música y bailoteo una y otra vez sin detenerme junto a la hermana de Pedro. Todos se ven felices, yo no lo estoy, pero todo lo hago perfectamente bien, fingir especialmente. Emma se acerca a mí, la abrazo con falsedad y luego comienzo a bailar con los novios. Veo a Damian tomándonos fotografías con una sonrisa en el rostro, Tania observa la situación y se acerca a mi oído para preguntarme algo.



– ¿Damian tiene novia? –Cuestiona con una traviesa sonrisa. Me rio y luego niego con la cabeza. Sabía que me preguntaría eso en algún momento. La vi observándolo muchísimas veces durante el transcurso de la boda.


– ¿Te gusta, Damian? –Pregunto apropósito. Ella sonríe y asiente tímidamente con la cabeza. Bien, supuse que algo así sucedería. –Bien, Damian es norteamericano, tiene veinticinco, es fotógrafo, le encantan las hamburguesas, no tiene novia y además de eso es el enemigo número uno de tu hermano.


Tania se ríe y luego sigue bailando, parece algo pensativa, pero intenta disimularlo con sus pasos de baile.


–Ve y habla con él, te aseguro que funcionará. –Le digo en un susurro para que ya no me fastidie.


– ¿Tú crees? –Pregunta frunciendo el ceño.


–Claro que sí, creo que tú también le gustas. –Afirmo intentando parecer amable. Ella da un saltito y luego corre desesperadamente en dirección a Damian. Niego con la cabeza y sigo bailando sola por unos minutos más. A lo lejos veo como Lisa y Harry bailan uno al lado del otro pretendiendo encontrar algún maldito tema de conversación, pero no lo logran del todo.


Me siento en la mesa nuevamente y Pedro se acerca mí. Se coloca a mi lado y me observa en silencio. Intento ignorarlo, pero su mirada punzante sobre mi cara a cada segundo me resulta de lo más molesto y desesperante.


–Deja de verme. –Ordeno sin posar mi mirada sobre él.


–Eres hermosa. –Murmura colocando su mano de mi mejilla, en un vago intento por intentar arreglar esta situación, pero la verdad es que esto jamás tendrá solución. Sigo molesta con él, sigo dolida por lo que hizo y no puedo permitirme perdonarlo tan fácilmente, aunque me muera de ganas de besarlo y abrazarlo una y otra vez.


–No funcionará ese truco, Pedro. –Aseguro. –Sigo molesta contigo y lo estaré por siempre, así que desiste de todo esto de una buena vez porque tus halagos son innecesarios y no servirán de nada.


Pedro se mueve incomodo sobre la silla y quita su mano de mi mejilla. Lo oigo suspirar y luego decido verlo a los ojos. 


Veo su dolor, veo que está perturbado por lo que sucedió, pero no puedo dar el brazo a torcer. Tengo que seguir molesta.


–Emma habló de su luna de miel durante mucho tiempo y sabía que Stefan no podría pagarlo. Entiende, Paula. Invirtieron mucho en esta boda y sabes que mi hermana no es una persona que derrocha dinero. Solo quise hacerla feliz, pero al hacerlo te molestaste conmigo y eso no puedo soportarlo.


–No fue el hecho de que le regalaras el viaje, Pedro. –Confieso cruzándome de brazos. –Me molestó que ni siquiera me lo digieras, tuve que enterarme por tu hermana que pagaste su luna de miel y estoy completamente segura de que si ella no me lo hubiese dicho, yo jamás lo sabría.


–Quería decírtelo. –Se excusa, pero la Paula malvada que llevo dentro no quiere creerle. No puedo permitirme esto, seguiré molesta hasta que el haga algo increíble para hacerme cambiar de opinión.


–Pero no lo hiciste. –Respondo. –Así que ya no me fastidies. Hablaremos cuando lleguemos a la casa.


Suelta otro suspiro y luego regresa su atención en la pista de baile. Tomo mi celular y comienzo a abrir una y otra vez, las aplicaciones de fotografías porque no tengo otra cosa que hacer. Al ver algunas fotos recibo un mensaje de Damian.



*Sonríe, nena*


Elevo la mirada y lo veo a unos pocos metros de mí. Sonrío inconscientemente y él me toma una fotografía. Eso me hace sentir mejor. Me saluda con la mano y luego veo como Tania se acerca a él y ambos comienzan a hablar plácidamente. 


No puedo creer que esté sucediendo. Creo que Damian y ella se entenderán muy bien.


–Antes mi esposa y ahora mi hermanita menor, no puedo creerlo. –Murmura Pedro apretando la mandíbula. Me rio en el interior e intento que él no lo note, pero no lo logro. Sonrío sutilmente y el también. Me pongo seria de nuevo y luchando con mi Paula interior, dejo que él me rodee la cintura con su brazo. Besa mi hombro levemente y luego vemos como los demás invitados regresan a sus mesas dando por finalizada la tanda de baile.


Minutos después los novios cortan el pastel, dicen un par de palabras, todos brindamos y les deseamos muchas felicidades nuevamente y cuando llega el momento del ramo, Tania toma a Lisa del brazo y ambas corren hacia el centro de la pista en donde todas las solteras esperan ansiosas. 


Ha, si Emma no hubiese recogido mi ramo hace exactamente un año, ninguno de nosotros estaríamos aquí. Esto es realmente patético. Yo jamás cogí ningún ramo y me casé de todas formas, esto de verdad no tiene sentido. 


Todos aplauden y gritan, la novia hace su lanzamiento y todas se arrojan una encima de otra por tomar el tonto ramo. 


Damian se muere de la risa y toma miles de fotografías. Solo veo brazos, cabellos alborotados y vestidos moviéndose de un lado al otro. La situación me da algo de risa, Pedro parece divertido y Barent, observa lo que sucede de manera muy entretenida.


Oímos un grito desgarrador y Tania eleva el ramo a lo alto. 


Todos comienzan a aplaudir mientras que ella da saltitos de un lado al otro. Oh, mi dios, mi cuñada se casará en un año, esto no puede ser verdad. Pedro abre los ojos de par en par y niega con la cabeza una y otra vez como si no pudiese creerlo.



– ¡Tengo el ramo! ¡Tengo el ramo! –Grita la rubia desesperada y emocionada. Emma corre a abrazarla y las demás solteras de la boda la aplauden a modo de felicitación. Genial. Otra boda Alfonso en unos años. Lo único que necesitaba.


Luego de todo el alboroto hay mas baile y sinceramente no tengo deseos de bailar. Fue suficiente con todo lo que ya tuve que tolerar. Miro mi celular, son las cuatro de la tarde. 


Solo debo soportar dos horas más y podré regresar a casa. 


No quiero estar aquí. Solo quiero acostarme en mi cama y dormir hasta mañana. Ni siquiera tengo deseos de hablar con Pedro sobre lo que sucedió.


– ¿Quieres bailar, Paula? –Pregunta tendiéndome su mano cuando una canción de Justin Timberlake comienza a sonar. 


Jamás se lo he dicho y no creo que él lo sepa, pero es mi cantante favorito. No puedo resistirme, pero tengo que hacerlo. Lucho con mi Paula interior, pero me doy por vencida, es Justin, debo bailar.


Me pongo de pie y tomo su mano, el sonríe y caminamos hacia la pista en donde todos bailan sin control.


–Esto no significa que todo está bien entre ambos. –Le informo secamente. –Solo bailaré contigo porque me gusta esta canción y todos deben de creer que somos una pareja perfecta, pero sigo molesta.


Pedro sonríe con dulzura y luego acaricia mi mejilla. Tengo que fingir que eso no me afecta, pero la realidad es que me encanta.


–Y no hagas eso.


–Sé que te gusta, sé que te encanta que te acaricie, no puedes negarlo. –Murmura acercándose más mi cuerpo a su torso, provocando que sienta todos los definidos músculos de su torso. –Te quiero Paula, lo sabes y no me gusta que estés molesta.



Toma mi barbilla y hace que lo mire fijamente. Intento ser fuerte, pero fracaso de un segundo al otro. No puedo contenerme y las cosas comienzan a salirse de control. 


Siento sus labios sobre los míos y me doy por vencida. 


Muevo mi boca al ritmo de la suya y coloco mis manos detrás de su nuca. Justin canta una y otra vez y oigo los gritos de diversión de los demás cada vez más lejos. Estoy transportándome hacia otro lugar, en donde solo estamos Pedro y yo. Por fin encontré la paz que necesitaba, son solo una horas más, solo unos cuantos minutos y llegaremos a casa, estaremos solos y tendremos nuestro momento especial para resolver esta situación. Solo debo esperar.


Se separa de mí y sonríe, coloca su pulgar en mi labio inferior y recorre el contorno lentamente sin quitar su mirada de la mia. Me cruzo de brazos y sonrío, ya no estoy molesta, tal vez finja que lo estoy, pero no hay más rencor en mi interior, al menos no ahora.


–Mañana si estaré molesta. –Le advierto. Se ríe levemente y luego me abraza con dulzura.


Me toma de la cintura y comenzamos a movernos hacia todas las direcciones al ritmo de la buena música. Me rio por primera vez en el día y me muevo alrededor de Pedro una y otra vez. Laura corre hacia nuestra dirección y me pide que la cargue en brazos. Por dentro pongo los ojos en blanco, la pequeña Laura, tenía que arruinar mi momento, pero por fuera sonrío, la cargo en brazos y deposito su peso en mi cadera. Pedro se acerca a ambas y los tres comenzamos a bailar. Ella se ríe y Pedro parce estar absorto en sus propios pensamientos. Tengo curiosidad por saber que piensa, pero al ver la sonrisa en su rostro, sé que no es nada malo.


Mi esposo toma su teléfono celular y luego coloca la cámara delante de los tres y toma muchas fotografías. Laura sonríe en cada una de ella y aprovecho la cámara frontal para ver mi aspecto actual. Como siempre estoy más que perfecta.


Una hora más tarde sirven los platillos de mesa dulce y hay absolutamente de todo. No como demasiado, pero me doy el lujo de probar alguna que otra cosa. La noche comienza a caer y el inmenso árbol que se encuentra a un lado es iluminado por lucecitas blancas que adornan cada rama de la copa del inmenso tronco. Comienza a hacer algo de frío, pero no hay señal alguna de lluvia, lo cual nos indica que la boda de Emma es un completo éxito.


–Es tiempo del último baile, señores, inviten a su pareja a disfrutar de este hermoso momento. –Dice el maestro de ceremonias atreves del micrófono. Pedro me sonríe y toma de mi mano antes de que todas las demás parejas se pongan de pie. Me lleva hacia el otro lado contrario de la pista de baile y no me dice nada.


– ¿A dónde vamos? –Pregunto siguiendo sus pasos acelerados.


No me responde, pero una hermosa melodía empieza a sonar y su caminar se hace mucho más veloz. Tomo mi vestido con la mano que tengo libre y lo elevo un poco para no pisármelo. Pedro se detiene y veo un hermoso árbol similar al árbol principal que ilumina la pista de baile. Este también tiene pequeñas luces de colores que iluminan el lugar. Pedro camina y debajo de él me toma de la cintura con delicadeza. Bailaremos debajo de este árbol.


–Te quiero solo para mí en un momento como este, mi preciosa Paula. –Murmura cuando hago que mi cabeza descanse en su hombro derecho. –No me gusta que estés molesta, mi único objetivo es hacerte feliz.


Toma mi mano con delicadeza y me hace voltear lentamente, luego regreso a mi posición anterior y coloco una de mis manos en su pecho. Cierro los ojos y dejo que la música nos lleve a ambos hacia el pasado, hacia lindos y dulces recuerdos que se proyectan en mi mente una y otra vez. 


Rememoro nuestro primer baile, el día de nuestras boda, es una ocasión que es no difícil de recordar. Yo estaba tan molesta ese día y cuando bailamos juntos por primera vez todo pareció esfumarse, como ahora. Solo somos nosotros dos y nadie más, sin molestia alguna.



–Te quiero, Paula, te quiero. –Murmura apretándome fuertemente contra su cuerpo cuando el estribillo de la canción suena. Lo abrazo muy fuerte y hundo mi cara en su pecho. Me siento mejor, me siento protegida, él es como mi escudo, el único que logra hacer que me sienta bien incluso cuando no lo estoy. Solo es el, solo Pedro.


–Estoy molesta contigo, pero yo también te quiero, Pedro–Digo en un susurro.


–No estarás molesta por mucho tiempo. –Asegura con una traviesa sonrisa en su rostro.


– ¿Por qué estás tan seguro de eso? –Cuestiono con curiosidad fingida. Sé lo que me dirá y su idea me resulta de lo más agradable. Él acaricia mi cabello, mientras que giramos lentamente al ritmo de la canción.


–Porque cuando lleguemos a casa tu y yo haremos muchas cosas juntos hasta que tu enojo se esfume por completo. –Me informa insinuando que una noche perfecta de sexo se aproxima. Sonríe y luego me besa castamente en los labios. 


Es el fin de todo mi enfado, la Paula fuerte ya se dio por vencida, Pedro logró hacerlo con un simple beso y la canción acaba…


A lo lejos se oyen los aplausos y gritos de felicidad. Pedro toma mi mano y en silencio regresamos en donde toda la multitud aun está reunida. Nos acercamos sin intentar llamar demasiado la atención. La noche a caído por completo y las luces que iluminan los arboles se roban la atención de todos por completo. Emma y Stefan toman un micrófono y se dirigen hacia todos sus invitados por segunda vez en el día. Nos agradecen por la presencia y por compartir un hermoso momento, ya saben, todo ese tipo de cosas que dices en una boda. Recuerdo que yo también lo hice en la mia.


–…por eso queremos que nos acompañen en el lanzamientos de estas luces flotantes que significan mucho… –Stefan tiene una luz flotante entre sus manos y según lo que Emma nos explica tenemos que pedir un deseo junto con nuestra pareja y luego soltar la luz flotante hacia el aire. Es completamente patético, pero me parece dulce y original. Todos aplauden y luego esperan a que los meseros se acerquen con las luces flotantes. Cada pareja toma una y luego comienzan a dispersarse por diferentes partes del jardín. Los novios y Laura se colocan en medio de la pista de baile y esperan ansiosos a que los demás terminen de escoger un lugar perfecto.


Pedro se dirige hacia un lugar un poco mas apartado. 


Caminamos ente árboles y arbustos hasta llegar frente a un inmenso estanque de agua verde que tiene el reflejo de la luna y algunas estrellas en el. Qué manía que tiene de alejarse de todo el mundo.


– ¿Por qué siempre haces esto? –Cuestiono a su rara actitud de apartarme de la sociedad.


–Porque te quiero solo para mí. –Me responde provocando que mi corazón se acelere.


– ¿Piensas secuestrarme algún día?


–Lo haré si es necesario.


Mi esposo se coloca de tras de mí y luego besa mi mejilla. 


Esperamos a que los novios lancen su luz flotante. No sé que deseo pedir, tengo todo lo que quiero, todo lo que necesito, nada me hace falta. Esto no tendrá sentido alguno.


‘Felicidad, quiero ser feliz por siempre…’


Sí, eso quiero para siempre. Solo eso, simple y sencillo. Ese es mi deseo.


En el cielo vemos la primera luz, Pedro sonríe y luego coloca su mano sobre mi vientre y lo acaricia una y otra vez con suma delicadeza y ternura.


Oh, no. Pedro


Sé lo que acaba de desear, sé lo que esto significa y me pongo algo tensa. Él parece no notarlo y ubica su mano junto a la mia cuando soltamos la luz flotante que comienza a elevarse en el cielo contigua con todas las demás. Cierro los ojos e intento contenerme. No quiero destruir sus ilusiones y tampoco arruinar sus deseos, pero yo no quiero lo mismo que él. Pedro quiere un hijo y yo no, Pedro quiere tener una familia, pero eso a mí me resulta completamente aterrador. 


Mi respuesta es inmediata, yo no quiero y si no lo quiero no lo haré, tengo que decírselo, sé que él no lo entenderá, pero esto me ha tomado por sorpresa y me tiene completamente espantada.


Yo no quiero un bebé…






CAPITULO 45 (PRIMERA PARTE)




Estoy completamente sola. A lo lejos veo las mesas repletas de personas y meseros que se mueven de un lado al otro con bandejas plateadas en sus manos. Estoy sentada en una banca blanca de madera como la de los parques, debajo de el gran árbol en el que me encontré con Damian horas atrás. Intento contenerme, mis emociones están mezcladas y no sé cómo actuar realmente. No hizo nada malo, cumplió el sueño de su hermana pero… ¿Qué hay de mí? ¿Qué hay de lo que me importa? ¿De lo que quiero? Otra vez regresamos al mismo lugar. No piensa del todo lo que me pueda agradar o no. ¿Por qué me lo ocultó? ¿Por qué mierda estoy tan molesta? ¡Mierda! Todo se vuelve más complicado que antes y ni siquiera sé porque. Es un desastre y sé que estaré molesta por esto el resto de mi vida. Es un desconsiderado.


Limpio mi mejilla, sin notarlo algo cayó de mi ojo derecho y no pienso admitir que estoy llorando por su causa. Aliso la falda de mi vestido y luego veo a Damian acercarse. Pongo los ojos en blanco y veo como se sienta a mi lado. Lleva la cámara colgando de su cuello y tiene un plato repleto de comida en sus manos.


– ¿No deberías estar tomando fotos? –Pregunto intentando parecer despiadada.



–Es mí media hora libre. –Me informa sonriente, mientras que mastica algo una y otra vez. – ¿Qué sucedió ahora, con el gruñón de tu esposo?


–No sucedió nada. –Musito rápidamente. No quiero hablar sobre eso ahora. A Damian no parece gustarle mi respuesta, pero no pienso decirle más. Seguiré enojada el resto del día y tal vez el resto de la semana, pero nadie logrará hacer que cambie de opinión con respecto a la estúpida idiotez que cometió Pedro.


–Bien, no me lo dirás y no insistiré. –Murmura dándose por vencido. Luego tiende un pedazo de sándwich delante de mí para que lo tome. Niego con la cabeza frunciendo el ceño. No comeré absolutamente nada, no tengo hambre y nadie parece comprenderlo. –Vamos, nena, come algo. –Insiste.


–No tengo hambre, Damian.


El sigue insistiendo y me tiende el pedazo de sándwich. Lo tomo para que ya no insista y como solo un pedazo. Es de pollo con lechuga, tomate y algún que otro aderezo. No sabe del todo desagradable. Como un segundo mordisco y le sonrío en agradecimiento.


–Lo ves, es más lindo cuando sonríes. –Confiesa con una amplia sonrisa. Me rio sin siquiera poder remediarlo y luego le doy otro mordisco al sándwich. Ambos estamos sentados observando la nada y ninguno sabe que decir. Me cruzo de piernas y luego suelto un leve suspiro. Necesito descargarme de alguna manera, no quiero pensar en la estupidez que cometió Pedro y tampoco tengo que pasarme el resto del día de mal humor por su culpa.


–Sabes, siempre creí que tengo el control de todo lo que me rodea, pero a veces me doy cuenta que no es así y eso me desespera. Nunca sé lo que sucederá entre Pedro y yo y tengo…



– ¿Miedo? –Cuestiona volteando su rostro hacia mi dirección. Jamás creí que él diría esa palabra y ahora estoy debatiéndome entre admitirlo o no. Jamás he tenido miedo, no ese miedo que todos pueden notar… no sé que me sucede, las cosas entre ambos son tan sensibles que solo una palabra puede arruinarlo.


Suspiro de nuevo. –No sé si sea miedo, pero sé que si no encontramos una solución a todo este desastre, las cosas se complicaran.


Damian parece más pensativo que antes y sé que intenta ayudarme, pero no creo que funcione.


Elevo la mirada y veo a Tania acercándose. Oh, genial. Lo que me faltaba para empeorar aun más mi día. ¿Qué mierda quiere ahora? Bueno, al menos no es la otra chica, eso sí que no lograría tolerarlo. ¿Por qué a todos se les da por fastidiarme el día de hoy?


–Paula. –Dice a unos pocos metros de mí. Siento como el codo de Damian golpea mis costillas una y otra vez disimuladamente. Lo miro de reojo y contemplo como la observa. Oh, no. No puede ser lo que estoy pensando. – ¿Estás bien? –Pregunta observando al rubio a mi lado. Si, ambos están viéndose como si fuesen animales extraños o algo así. Genial, lo único que me faltaba.


Me pongo de pie para acabar con toda esta estúpida situación. Damian me sigue y caminamos hasta colocarnos delante de la hermana de Pedro. Le sonrío y Damian también lo hace. Todo se volvió algo incomodo y no sé como explicárselo ¿Qué debo decir? Mierda, esto situación es estúpida y sin sentido. Solo quiero regresar casa y estar sola. Estoy sobrando en este lugar, nadie me necesita.


–Tania, él es Damian O’connor, un amigo. –Indico presentándolo. Damian sonríe y se acerca a ella. Besa su mano y contemplo como las mejillas de la rubia se tornan rojas.



–Es un placer. –Murmura Damian. A lo cual Tania responde del mismo modo. Ahora sé que estoy molestando. Debería dejarlos solos para que se conozcan, pero sería completamente descortés, aunque yo no soy cortes, así que podría hacerlo…


–Paula, Pedro me dijo lo que sucedió… –Inquiere Tania intentando captar un tono de discreción que no es digno de ella. –Solo quería saber si estabas bien. –Murmura. Ahora es tímida, que inoportuno.


–Sí, estoy bien, Tania. –Respondo. –Regresemos a la mesa. –Le indico. Me despido de Damian con un saludo de mano y él me devuelve una sonrisa. Tania se despide de el moviendo su mano de un lado al otro y oigo como responde con un ‘adiós, nena’ que hace que me ría por dentro.





CAPITULO 44 (PRIMERA PARTE)




Me miro al espejo para comprobar que todo está en perfección. Me veo increíble. Peino mi cabello con mi mano y luego aliso la falda de mi vestido. Tomo mi pequeño bolso y quito un labial color rosa. Veo atreves del espejo a la chica que acompañaba a Harry. Ella me observa y parece algo incomoda al verme.


¿Y porque no lo estaría? Soy hermosa, está más que claro que la intimido con mi presencia.


– ¿Y tú eres? –Pregunto observándola de pies a cabeza. Intento ser amable pero no es tan fácil. –Es decir, hola.


Espero su respuesta unos segundos, pero percibo que está observándome. Si, lo sé, soy real, soy hermosa, no es necesario que se quede muda.


–Hola. –Me responde a voz baja. Parece ser tímida, todo lo opuesto a mí.


– ¿Eres novia de Harry? –Inquiero indiscretamente. Sé que no fue correcto atacarla de esa manera, pero soy curiosa, quiero saber que sucede. Soy así, no puedo hacer nada al respecto.



–Eh… no. –Me responde sonando dudosa. –Harry es un idiota. –Chista molesta. Sí, eso ya lo sé, es un completo imbécil y solo debo tolerarlo porque es buen amigo y socio de Pedro. Ya sabré que sucede entre estos dos cuando sea la ocasión. Me muero de curiosidad. Molestar a Harry será más que divertido, debo decírselo a Pedro.


– ¿Cómo te llamas?


–Soy Lisette, pero todos me dicen Lisa.


Extiendo mi mano hacia su dirección e intento parecer amable y no intimidarla demasiado.


–Soy Paula Alfonso. – mascullo acomodando la parte superior de mi vestido, para que se acomode mejor y haga lucir la curva de mis pechos. –Harry y mi esposo son buenos amigos. Es un placer.


Ambas regresamos al jardín en donde la fiesta continúa y aun sirven los banquetes de recepción. Algunas personas están sentadas en sus mesas y tras hablan plácidamente en medio del jardín. El día jugó a favor. La chica me acompaña y cuando localizo a mi esposo sonrío de oreja a oreja porque lo veo al lado de Harry platicando animadamente. Acelero el paso hasta llagar hacia ellos. Lisa me sigue como si yo quisiese que lo haga y se coloca al lado de Harry. Me acerco a mi esposo y me posiciono a su lado. Él me toma de la cintura y me besa inesperadamente. Sonrío porque sé que los demás me observan y me aferro a su brazo. Recuerdo que estoy fingiendo y sonrío ampliamente.


–Harry, es un placer verte. –Siseo con una malévola sonrisa en mis labios.


–Lo mismo digo, Paula. –Responde con sorna. Reacciona al ver a su acompañante algo incomoda y nos la presenta a ambos formalmente. Codeo a Pedro con disimulo y luego le sonrío a la chica que parece más que asustada. Está más que claro que hay algo entre ellos, puedo notar esa tención sexual en el ambiente, la reconocería en cualquier lugar.



–Déjame decirte que tu novia me agrada, muchísimo, además su vestido es hermoso. –Canturreo apropósito. 


Aunque obviamente eso no es del todo cierto. No me agrada la gente, solo finjo que lo hacen. Le lanzo una miradita a Pedro y me sonríe con complicidad. Harry me fulmina con la mirada y luego se mueve nervioso. Está más que claro que son algo, pero ninguno de los dos sabe que. Es mejor que Harry reciba mi inoportuno empujoncito antes de que alguien más la reclame.


Los dos se alejan unos pocos metros y platican entre ambos. 


Ella parece decirle algo y él se lo cuestiona. Oh, las peleas de parejitas son tan divertidas de ver. Es obvio que ella está molesta, no quiere estar aquí y por alguna extraña razón tolera a ese tonto.


– ¿Jugando a ser Cupido, señora Alfonso? –Cuestiona Pedro sobre mi oído de manera sensual y provocadora, mientras que posa su mano derecha sobre mi vientre y me acerca más a su cuerpo.


–Tiene veinticinco, ya es momento de que se case y forme una familia ¿no crees?


–No los presiones, cariño. Harry sabe cómo llevar esto. De verdad eres malvada.


–Lo sé. –Respondo. No lo tolero del todo, quiero hacerlo sentir incomodo al menos unos momentos. Estoy aburriéndome en esta boda y necesito algo divertido que hacer. – ¿Qué hora es? –Cuestiono acariciando su pecho con mi dedo índice. Mira su reloj y luego me sonríe dulcemente.


–Apenas son las dos de la tarde ¿Por qué?


¿Cómo se lo digo? Tengo una excelente idea en mente y nos incluye a ambos, pero ¿el aceptara? Espero que sí, sé que funcionará al máximo si lo hacemos además es bueno para ambos, los dos vamos a disfrutar con la adrenalina de saber que alguien puede atraparnos haciendo algo malvado. Oh, a mi Paula interior le encanta eso…


Voy a decírselo sin más preámbulos, pero la voz a través de los micrófonos del maestro de ceremonias me interrumpe. La celebración oficial está a punto de comenzar y nos ordenan a todos los invitados que busquemos alguna mesa disponible. Los demás se mueven hacia donde deben y Pedro me arrastra con ellos. Mi idea fantástica tendrá que esperar para más tarde. Ahora debo comportarme como la esposa perfecta y hermosa que soy.


– ¿En qué mesa estamos?–Pregunto rápidamente al ver que todos se sientan en cualquier lugar. Por dios, odio cuando esto sucede, no es como en mi perfecta boda en la que cada invitado tenía su número de mesa e incluso de silla. Todo salió, maravilloso, pero por lo que veo en esta boda no será así. ¿Con quién nos sentaremos? Soy la cuñada de la novia, debería de estar en la mesa numero uno o la dos como mucho. Que insolencia por parte de la que planeo esto a conjunto con Emma.


–No lo sé. –Me responde encogiéndose de hombros, pero no parece preocuparle la situación. Sé que él no tendrá problema, al fin y al cabo son todos sus familiares así que soy yo la que debe soportar esto y tolerar a toda la manada alemana Alfonso. Genial. –Emma dijo que no había disposiciones exactas.


¡Fantástico!


Minutos después, Pedro y yo nos ubicamos en una de las mesas cercanas a la principal en la que Emma, Laura y Stefan se encuentran. Por suerte somos los únicos, pero más gente sigue llegando y solo quiero contener mi cara de sorpresa al ir descubriendo quien será nuestra compañía durante varias horas. No me agrada la idea de compartir una mesa. ¿Por qué no hay una mesa solo para mí y Pedro? Esa sería una idea que deberían implementar en las bodas. No me agrada demasiado el contacto con los demás.


Tania corre hacia nuestra mesa y se sienta a mi lado con una amplia sonrisa.


–Qué bueno que están aquí, no quería sentarme con los tíos. –Dice con una traviesa sonrisa en dirección a Pedro que se ríe por su actitud. – ¿no te importa, verdad, Paula?



– ¡No, claro que no! –Exclamo no muy convencida.


Bueno, supongo que tendré que aprender a compartir mesa al menos el día de hoy y juro que no volveré a hacerlo jamás. Pedro sigue sentado a mi lado y me toma de la cintura, mientras que su hermana y yo hablamos entretenidamente. A lo lejos veo a Harry y a la chica que observan el lugar. No quiero que se sienten aquí, no quiero compartir mesa, pero Pedro lo arruina todo y eleva su mano hacia la dirección de ambos y los invita a que se sienten con nosotros.


¡Genial!


–No quiero que se sienten aquí. –Espeto acercándome a su oído.


–Paula… –Me advierte Pedro al mismo tiempo que los dos ‘tortolitos’ se acercan.


Ignoro las señales de advertencia de Pedro y espero hasta que ambos se sienten. Lisa se coloca delante de mí y Harry a su lado. Oh, sí, que el plan comience. Ambos siguen incómodos y algo callados durante varios segundos. Barent se acerca a nuestra mesa y antes de que pueda gritar a modo de protesta, se sienta al lado de Pedro. ¡Mierda! 


Mendigo viejo. Bueno, al menos la mesa de seis ya está completa, eso significa que no tendré que tolerar a mi suegra o a los demás Alfonso. Suspiro por dentro, eso me tranquiliza. Será una boda diferente y solo tendré que controlarme lo más que pueda. Podré hacerlo, siempre puedo hacerlo.


Tania y yo seguimos hablando y de vez en cuando le lanzo miradas a Lisa y a Harry que parecen absortos del mundo real. Como si estuviesen perdido en un mar de pensamientos que ninguno sabe comprender. Por dios, me muero de curiosidad por saber que hay entre ambos.


–Adoro tu vestido, Paula. Es precioso. –Murmura Tania con una sonrisa de oreja a oreja, mientras que bebe un sorbo de agua de una finísima copa de cristal. Si, ya sé que es magnífico, todos piensan lo mismo.



Me miro intentando parecer humilde, pero no lo logro. Sí, mi vestido es hermoso, yo soy hermosa, no tengo por qué sentirme avergonzada de la verdad. Soy así. Soy perfecta, no tengo la culpa de serlo.


–Te agradezco, a mí también me encanta. –Alardeo con una sonrisa. –Fui a una elegante tienda en la zona céntrica y en el momento en el que vi este vestido, el lunes y me enamoré de el. –Comento rápidamente para que ya no me hable de esto.


Los novios reaparecen delante de todos sus invitados tomados de la mano de mi sobrina, interrumpiendo la conversación de todos los invitados. Todos nos ponemos de pie y aplaudimos eufóricamente a los homenajeados. A lo lejos veo a Damian tomándoles fotografías a los novios y parece muy concentrado en lo que hace.


Minutos después, los aplausos cesan y todos volvemos a sentarnos. Tres mozos rodean nuestra mesa vistiendo impecables trajes negros y depositan un palto delante de cada uno reluciendo un excéntrico y seguramente costoso plato como entrada. Frunzo el ceño y con el tenedor pincho un par de veces la carne delante de mí. No quiero comer, no tengo hambre.


Tomo la carta que se encuentra delante del centro de mesa y la leo. Quiero saber qué es exactamente antes de hacerlo.


Es comida inglesa típica y muy popular, pero aun así.


–Rollo de salmón ahumado, tostada de pate de granja y mini salchichas en hojaldre. –Lee Tania a voz alta para que todos la oigan. Nadie empezó a comer, pero elevo la mirada y todo observan el plato que tienen en frente, dudosos. ¿Quién empieza primero?


–Tiene buena pinta. –Expresa Barent con una sonrisa y luego clava su tenedor en una de las mini salchichas. Los demás hombres lo siguen y comienza a comer plácidamente.


–Realmente no debería probar ni un bocado. –Murmura Tania alejando su plato. Si, ambas pensamos igual, yo tampoco debo de comer y creo que no lo haré.


–Tienes razón. –Agrega Lisa. –Con lo que me cuesta comenzar una dieta.


Me rio levemente. Si chicas lamento decirles que deberían de hacer dieta. Sé que soy mala, pero mejor no daré opiniones sobre lo que pienso justo ahora. No tengo deseos de hablar. Quiero que todo esto acabe para regresar a casa. Luego coloco mi mano sobre la rodilla de Pedro y la acaricio levemente. Me sonríe y luego besa mi mejilla.


–Come, cariño. –Me ordena dulcemente. –Por favor. –Me pide clavando sus ojos sobre los míos.


–No. –Digo de la manera más dulce que puedo.


–Solo unos bocados.


–Bien. –Respondo rendida. Lo haré solo para complacerlo.


–No toleraré dietas y gimnasio de nuevo. Me morí de hambre para entrar en este vestido de dama de honor. –Confiesa Tania en un alarido.


Oh, por dios. Esto es completamente ridículo. No pueden hablar sobre dietas y gimnasio en una boda. De verdad que son frustrantes. No lograré tolerarlas por mucho tiempo.


–Señoritas, las dos son hermosas, no deben hacer dietas. –Asegura mi esposo dulcemente y ambas se ríen al unísono. 


Tengo que fingir, tengo que hacer que todos crean que me agrada estar aquí y sonrío. Lo beso en la mejilla y luego acaricio su mentón con su dedo índice. Sé que no debo de comportarme así frente a todos, pero qué más da, es mi esposo, tengo el control, hago lo que quiero. Anhelo sexo de nuevo.



–Veo que ustedes dos siguen en la luna de miel. –Comenta Barent cortando su salmón con una traviesa sonrisa en su rostro. Mendigo viejo. ¿Qué le importa? Es mi esposo, hago lo que quiero con él. Además recuerdo algo… cuando quise follarme a mi esposo en su despacho él se entrometió y arruinó el comienzo de la luna de miel, así que será mejor que cierre la boca.


–Eso creo, tio. –Responde Pedro con una sonrisa. –Y tú, come, cariño. –Me advierte nuevamente al ver que ni siquiera toque mi comida.


Minutos después el ambiente tenso comienza a disiparse. 


Todos comen y luego de varios pedidos y suplicas de Pedro, decido probar bocado de lo que tengo en el plato. El paté no está mal y el salmón está tal y como me gusta, pero no como las salchichas, es lo único que me desagrada. Pedro me besa y me acaricia a cada instante, como si se a asegurara de que de verdad sigo a su lado. Dejo que lo haga porque me gusta que sea atento conmigo, nos besamos, hablamos, reímos y comemos con gusto, pero muy en mi interior sigo siendo la Paula malvada y gruñona de siempre.


El primer plato es retirado de las mesas y minutos más tarde el maestro de ceremonias anuncia el primer baile de los novios. Todos aplaudimos. Emma y Stefan se posicionan en medio del césped verde que funciona como pista de baile, rodeada por varios postes de acero cubiertos por jazmines y lirios.


Ambos se miran fijamente y se sonríen el uno al otro. 


Damian está ahí en medio tomando fotografías sin detenerse. Me rio al verlo, parece emocionado y sé que no quiere perderse ningún momento de la boda. Una melodiosa canción comienza a sonar y todos se ponen de pie para contemplar el baile desde sus lugares.


Los novios comienzan a moverse por la pista de baile. 


Pedro toma mi mano y me sonríe. Sé lo que está pensando y también sé que si me pongo a recordar nuestro primer baile, lloraré. Pisé sus pies dos veces y eso lo hizo realmente memorable. Ese día estaba tan nerviosa que no lograba coordinar mis pies y mi lengua.


Apoyo mi cabeza en el dorso de su brazo y suspiro. Aunque jamás lo admití, nuestro primer baile fue una primera vez, fue especial y lindo… que tonta fui.


Todos aplauden ante el beso, luego Laura corre hacia sus padres, ellos la cagan en brazos y ahora los tres están bailando juntos. Son una increíble familia, sé que será perfecto, serán felices por siempre. No puedo contenerme, mis ojos se humedecen ante la imagen, Damian sigue tomando fotografías y sonríe. Todos los invitados miran el cuadro con ternura. Laura carcajea y ambos padres besan sus mejillas. Luego siguen bailando y se oyen algunas risas.


Pedro me rodea la cintura con su brazo y besa mi frente. 


Cierro los ojos y por unos segundos lo abrazo. Lo necesito, no sé si es la canción o el momento, tal vez debe de ser el sol… pero lo necesito, quiero tenerlo cerca de mí a cada segundo.


La canción finaliza y la multitud estalla en aplausos. Me alegra saber que no tenemos que bailar con los novios, eso en mi boda se me hizo tedioso e insoportable. Fue terrible bailar con gente que ni siquiera sabía cómo se llamaba. Me incorporo nuevamente y finjo que nada sucedió. Estoy bien, no voy a llorar, no ahora.


Cada quien regresa a su respectiva mesa y luego los dos fotógrafos se organizan para tomar las fotos de los novios con cada una de las mesas. Esperamos impaciente por unos veinte minutos hasta que es nuestro turno. Damian al verme me sonríe y me guiña un ojo, lo saludo con la mirada y luego escucho atentamente las indicaciones de ambos fotógrafos. 


Las mujeres estarán sentadas y los hombres de pie, detrás de nosotras con los novios y Laura en medio. Nos acomodamos y nos toman cuatro fotos. Luego el otro chico regresa el alto centro de mesa a su lugar y los expertos en
fotografías prosiguen con los invitados restantes, pero Emma y Stefan se detienen delante de nosotros dos y nos sonríen sin motivo alguno.


– ¡Hermanito!–Exclama abrazando a Pedro. –De verdad gracias por el regalo, pensé que…


Pedro sonríe y la abraza, pero parece algo incomodo y me mira de reojo, como si estuviese intentando ocultarme algo.


–No hay de que, Emma. –Le dice en un susurro. Stefan lo abraza y luego mi cuñada se lanza sobre mi emocionada y lloriquea en mi hombro. Frunzo el ceño y cualquiera puede notar que estoy confundida. ¿Qué sucede?


–Gracias a ti también Paula, no creí jamás que Pedro nos regalara la luna de miel a Grecia, de verdad gracias.


Mi boca cae lentamente y mi cerebro se detiene en el proceso de esas palabras. Pedro quita su mirada de mí y la lleva hacia otra dirección, evitándome por completo. Tomada por la sorpresa y la desilusión que siento en este momento, me alejo de Emma y hago mi mejor esfuerzo por sonreír. 


Ahora sí, la Paula de antes regresó. Estoy utilizando una máscara, todo cambio de un momento al otro. Me siento furiosa, decepcionada, dolida…Pedro le regalo la luna de miel que tanto he deseado durante el año que estamos juntos a su hermana y ni siquiera tuvo el coraje de decírmelo.


–Disfruten la boda, se lo merecen. –Espeto fríamente sin quitar mis ojos de Pedro. Ambos nos abrazan nuevamente y luego siguen con sus fotografías. Pedro parece querer decir algo, pero no puede gesticular ni una sola palabra.


–Paula… –Dice finalmente, pero no tengo deseos de oírlo. –No hagas un escándalo.



– ¡No me digas lo que debo hacer! –Chillo intentando contenerme. –sabias que era importante para mí. Podrías habérmelo dicho, Pedro. –Sugiero dolida. Ahora sí, todo se salió de control. Nada está bien.


– ¿Todo en orden? –Cuestiona Barent observándonos con detenimiento. Poso mi vista en los demás invitados de la mesa y todos nos observan. Lisa parece algo confundía, Harry no expresa nada y Tania me hace señas para que le diga que sucede, pero nada me importa. Quiero largarme de aquí, no tengo ánimos para soportar esto.


–Si me disculpan, iré a… –Mierda, no sé qué excusa inventar. –Yo…


–Servirán el plato principal en unos minutos, querida. –Me informa el tio de Pedro. –Acompáñanos.


–Sí, lo haré luego, solo necesito unos minutos. –Les digo a todo claramente perturbada. Tomo mi bolso de mano y luego sonrío para que todos pienses que no me pasa nada. Pedro no se mueve de su lugar y solo siento su mirada implorándome que no haga nada.


– ¿Quieres que te acompañe? –Pregunta Lisette con amabilidad.


–No. –Respondo rápidamente. Que ni siquiera se le ocurra seguirme. Solo me agrada un poco, ni siquiera eso y necesito estar sola. Me molestaré, necesito unos minutos sin ninguna de estas personas a mí alrededor. –Estaré bien.