lunes, 4 de septiembre de 2017

CAPITULO 35 (PRIMERA PARTE)




Es viernes, por fin llegó el día, por fin se acerca el fin de semana. Más Pedro solo para mí. Aun no puedo creer que él y yo estuvimos todo el día de jueves juntos y además de eso hoy también faltó al trabajo. Si sigue así voy a acostumbrarme a esto y no podré separarme de él, pero sé que la magia se romperá cuando llegue el lunes en la mañana. Estoy ansiosa por saber que haremos esta noche. 


Debe de ser especial y divertido, quiero sexo como el de hoy en la mañana y también como el de la tarde, pero que sea mucho mejor. Con Pedro siempre lo es.


En la mañana luego de nuestro sexo de buenos días desayunamos juntos y en seguida me fui a ver a Damian. 


Escogimos las fotos para su portfolio rápidamente y al acabar con el café y con lo que tenía que hacer, asistí a una nueva clase de cocina y aprendí a preparar cobertura para hacer lemon pie y creo que si lo intento resultará sensacional. Después regresé de nuevo con mi esposo y me enorgullecí al verlo comiendo de mi pastel mientras que escribía algo en su computadora. Fueron horas completamente perfectas que quiero volver a vivir. Me olvidé de todo tipo de problemas, estábamos solos en el mundo, sin nada que pueda molestarnos.



Bajo las escaleras y voy a buscarlo. En la ultima hora recibió demasiadas llamadas de la empresa y entiendo porque. Ha estado ausente en dos días y todo debe de ser un completo desastre. Es por eso que yo prefiero no saber demasiado sobre su empleo, debe de ser estresante y aburrido.


Recorro el pasillo y entro a su despacho. Se ve completamente concentrado en la pantalla de su portátil y no nota mi presencia. Lo observo detenidamente, luce perfecto, me siento como una adolescente y suspiro por cualquier cosa.


Eleva la mirada, me ve, sonríe, cierra su computador, luego se pone de pie, camina hacia mí y besa mis labios castamente.


–Hola.


–Hola. –Responde.


Me observa detenidamente y acaricia el dorso de mi brazo con delicadeza. Cierro los ojos, coloco mi mejilla sobre su pecho, Siento su aroma, suspiro y lo abrazo.


–Te ves hermosa. –Susurra sobre mi oído derecho. –Muy hermosa.


Sonrío, acaricio su cara, desprendo los primeros botones de su camisa. Observo su pecho y deposito un beso sobre él. Quiero sexo, mas sexo, quiero que esté a mi lado en nuestra cama.


– ¿Qué haremos hoy?


Parece pensativo y cuando está a punto de responder, su bendito teléfono suena e interrumpe mi momento y desconcentra la atención de mí.


–Dame un minuto, preciosa. –Murmura tomando su teléfono celular del bolsillo de su pantalón. Suelta un bufido y pone los ojos en blanco, me rio y luego observo como contesta su llamada.



Pedro. –Dice con la voz cargada de seguridad a modo de saludo. –Oh, eres un maldito… –Musita sonriente. Debe de ser alguno de sus amigos de la empresa o algo así porque habla con demasiada familiaridad. –Claro, seguramente podré ir… sí creo que es genial… estoy con mi esposa, pero los veré en una hora… bien, adiós.


Cuelga la llamada y siento como la decepción me invade. Si, sabía que duraría poco tiempo y aquí está, la magia ya se rompió antes del lunes. Se marcha con no sé quién y va a dejarme sola, completamente sola un viernes en la noche.


Me siento completamente molesta, no me agrada que quiera marcharse a no sé donde sin mí. Mi Paula interior se muere de celos y de enfado. ¿Por qué tiene que aceptar las invitaciones de sus amigos? ¿A dónde demonios va? ¿Por qué me siento completamente insegura en este momento?


–Cariño, era Dario y acaba de invitarme a un partido de futbol esta noche.


Frunzo el ceño y me cruzo de brazos, pero no… Él no debe saber que me molesta que salga con sus amiguitos a hacer no se qué cosas. Tengo que jugar mejor el juego que él, debo de ser más astuta.


–Un partido de futbol… –Digo de manera pausada como si estuviese procesando el significado de esas palabras en mi mente.


–Sí, es en una hora. Pero si quieres puedo esperar y salimos a cenar. –Sugiere no muy convencido. –Tú escoges.


Sí, claro que yo escojo, cariño. Siempre lo hago, soy la que tiene el control absoluto en esta relación, yo doy órdenes y decido. Y lo que decido es que quiero que Pedro sufra por ser tan tonto y dejarme completamente sola. Me las pagará como no tiene idea. Mis planes de sexo se terminan aquí, pero mi plan de ‘arrepiéntete’ está a punto de comenzar. Me coloco mi máscara de ‘todo está bajo control’ y me acerco a él sin prisa alguna.


–Descuida, Pedro. Ve si quieres, llamaré a una de mis compañeras de cocina y la invitaré a beber algo por ahí.


Frunce el ceño no muy contento con mi idea, pero la aceptara de todos modos.


–No creo que sea bueno que salgas sola. –Dice como si intentase buscar la excusa perfecta para decirme que no. 


Pero, fracasa, a mí nadie me dice que no y menos él.


–Ve a tu partido y yo me reuniré con alguna de mis compañeras. –Insisto para que ya no moleste. Se arrepentirá por lo que está haciendo. No volverá a dejarme sola jamás. –Te prometo que me cuidaré y regresaré temprano. –Murmuro acercando mi boca hacia la suya. Mis tácticas de seducción jamás han fallado y no fallaran. Estoy cien por ciento segura de lo que hago.


Pedro se va de la casa y percibo el vacio y el odio en mi interior. Acaba de renunciar a su esposa para pasar un maldito momento con sus estúpidos amigo a los cual no tolero del todo. Es mi esposo, es completamente mío y hoy debo compartirlo. Genial. Mi autoestima está por lo más bajo que jamás ha estado y me siento patética. ‘Amiga’ supuestamente saldré con una amiga, pero no tengo amigas. 


Así que no sé que haré. Quiero venganza. No estoy para nada feliz. Todo es un completo desastre y estoy muy disgustada, quiero que se moleste, que se enfade, que vaya detrás de mí.


Tomo mi celular y marco el número de Damian. Espero a que conteste y cuando lo hace una elevada sonrisa se escapa de mis labios. Se perfectamente lo que haré y como siempre todo lo que hago lo hago bien, así que sé lo que Pedro dirá cuando se entere de mi travesura.


–Nena. –Dice alegremente.



– ¿Qué harás esta noche?


– ¿Por qué? –Pregunta y sé que debe de estar frunciendo el ceño. Necesito explicarle el motivo de todo. Estoy muy molesta y quiero cambiar eso, pero Damian no…


Mierda. Odio dar explicaciones. No es lo mío. Me saca de quicio tener que hablar de más. Estoy dándole una orden o algo así, no es tan complicado.


–Estoy en la suite del hotel. –Me responde con obviedad. Sí, tengo que hacerlo. Debo hacerlo o no funcionará.


– ¿Quieres hacer algo hoy? Estaba pensando en ir a un club muy bueno en el centro.


Me siento completamente humillada. Paula Chaves, Alfonso pidiéndole a un hombre que la acompañe a algún lugar. Es completamente ridículo, jamás me lo hubiese imaginado de esta manera.


–Creí que estabas con tu esposo. –Espeta levemente. Si eso creí también hasta que decidió hacerse el esposo rebelde y escapar con sus estúpidos amigos a un partido de futbol sin sentido. Futbol, odio ese deporte, siempre es un obstáculo.


–No voy a tolerar tus preguntas estúpidas. Estaré en Funclub en el centro en una hora. Si no vas te jodes y si decides acompañarme la pasaras genial. –Murmuro secamente. 


Cuelgo la llamada y subo las escaleras con rapidez. Estoy completamente molesta y haré que Pedro se moleste y se arrepienta de todo lo que está haciendo.


Busco en mi armario algo que ponerme. Hace más de un año que no salgo a lugares como esos. Siempre quise regresar a ese increíble sitio disco junto a Pedro, pero jamás me atreví a sugerirle un lugar así. Antes no había tanta confianza como ahora.



Revuelvo cientos de piezas de ropa, pero no encuentro nada que sea lo suficientemente bueno para mi nuevo debut, para que Pedro se moleste y se vuelva loco de los celos. Quiero que enloquezca. Algo negro es lo adecuado, pero debe de ser lo suficientemente bueno y sexy. Tal vez ese vestido que compre para nuestro aniversario y nunca lo utilice porque terminamos peleando por una estupidez. Si, ese vestido es el correcto. Lo busco entre las cajas de colores de la repisa más alta y cuando lo encuentro lo quito de su empaque y lo observo delante del espejo. Es corto, tiene la espalda sumamente escotada y favorece el contorno de mi cintura y la curva de mi trasero. Si, es perfecto. Me desnudo y me lo coloco rápidamente. Tacones negros, maquillaje, algo de perfume, el pelo suelto y sigo viéndome hermosa. Tengo una mirada cargada de diversión y molestia al mismo tiempo. Sé que será sumamente divertido. Espero que Damian me acompañe y si no lo hace entonces las cosas si se saldrán de control. Me observo de nuevo. Oh, sí. La Paula mala y pervertida está lista para todo.


Me tomo una fotografía de cuerpo entero y se la envío a mi esposo. Espero unos segundos hasta que responda, pero no lo hace. Es estúpido. ¿Porque no responde? Está en línea y ni siquiera está escribiéndome. Tal vez debe de estar en shock. Oh, sí. Me siento mucho mejor. Mi Paula malvada se apodera de mí por completo.


Mi celular suena y sonrío ampliamente. Pedro está llamándome y debe de estar molesto y excitado.


–Hola, cariño –Digo sonriente.


–Nunca tuve objeciones a tu manera de vestir, Paula, pero no te permito que uses ese vestido.


Oh, cariño, es tan dulce cuando está molesto.



– ¿No te gusta mi vestido? –Cuestiono fingiendo voz de inocencia y tristeza, pero me muero de risa por dentro. –Creí que te gustaría mi vestido. Lo compré hace mucho tiempo para ti, pero decidiste poner a tus amigos en primer lugar…


–Paula. Es un vestido demasiado corto y provocador, recuerda que estás casada.


–Siempre recuerdo que estoy casada, cariño. Si me hubieses escogido en vez de tu partido de futbol podrías tenerme entre tus brazos, yo podría estar gimiendo y gritando debajo de ti. –Mi voz resuena sensualmente al otro lado de la línea, me éxito en mi interior, pero por fuera me mantengo el control. Lo oigo bufar y percibo su respiración algo más agitada. Arrepentirse de lo que ha hecho será poco.


–Paula, cariño, por favor… –Me implora entrecortadamente.


–Tú y yo podríamos estar juntos, desnudos y disfrutando de nuestros cuerpos sin parar… yo podría estar gimiendo tu nombre una y otra vez…


–Paula. Quítate ese vestido y espéreme desnuda en la cama.  –Me pide. –Por favor.


Oh, no. Cariñito, eso no funcionará ahora. Ya me he convertido en la villana y no dejaré que me confunda.


–Es demasiado tarde para dar órdenes. –Siseo quitando un mechón de cabello de mi rostro. Sonrío y me hecho una última mirada en el espejo. Esta noche será muy, pero muy divertida. – Ahora tengo el control, Pedro, siempre lo tengo.


– ¡Paula! –Grita desesperadamente. – ¡Sales de esa puta casa vestida así y estarás en problemas! –Protesta furioso al otro lado de la línea.


–Disfruta el futbol, amorcito. –Me rio fuertemente y cuelgo la llamada.



La peor noche de Pedro está dando inicio a la noche más maravillosa para mí…





CAPITULO 34 (PRIMERA PARTE)




Sigo sentada en el sillón individual de la biblioteca, abrazo mis piernas fuertemente y apoyo mi mejilla en mis rodillas. 


Contemplo con detenimiento la lluvia que cae incesantemente sobre el jardín trasero. El día es gris, yo me siento gris y no tengo ánimos de nada. No sé por cuento tiempo he estado aquí exactamente, pero sé que ya han pasado un par de horas. He pensado en muchas cosas y sobre todo en Pedro. Él es el motivo principal de mis pensamientos y sé que en este momento debe de estar encerrado en su despacho, preocupado por lo que sucede. 


No quiero que se preocupe, pero tampoco quiero explicarle el porqué de todo este maldito desastre. Es más fácil guardar silencio y lamentarme para mis adentros, el debe entenderme.


Oigo como la cerradura de la biblioteca se mueve y me limito a seguir observando el clima. Sé que es él, ha pasado bastante tiempo y supuse que haría lo que está haciendo justo ahora. La puerta se abre y oigo sus pasos hacia mi dirección. Se coloca delante de mí, pero mi vista se pierde en las afueras de la casa, no me atrevo a verlo a los ojos.


–Mírame, Paula. –Me ordena con la voz cargada de dulzura y paciencia. Me muevo un poco y lo observo detenidamente. 


Se dio un baño y ahora luce como siempre. Lleva una camisa blanca como las que suele utilizar usualmente con las mangas dobladas a la altura de los codos y un pantalón negro que combinan con sus zapatos del mismo color. Se ve hermoso, aunque su mirada no es la misma de siempre y comprendo que es por mí.


–Quiero estar sola un poco más. –Le informo en un susurro.


Él no me dice nada, acaricia mi mejilla y luego se acerca para besar mis labios castamente. No me opongo, pero tampoco sigo su juego, no tengo deseos de nada. Suspira con evidente frustración y extiende su mano hacia mi dirección y me da un sobre color vino. Lo miro algo confundida, pero sin decir más se pone de pie y sale de la habitación. Creo que sé lo que está sucediendo y no demoro en abrir el sobre, hay una carta dentro y reconozco el instante la caligrafía de mi esposo.




Mi preciosa Paula:
En momentos como estos miles de dudas y preguntas invaden mi cabeza. No sé porque sucedió todo lo que sucedió, pero sé que cuando llegue el momento correcto lo sabré y sé que sabes que estaré siempre de tu lado. Debo confesarte que muchas veces me he preguntado el porqué de muchas de tus actitudes, pero luego… te veo sonreír y esas preguntas se esfuman. Sabes que siempre podrás confiar en mí para decirme lo que sea...
En fin, acabo de notar que soy terrible escribiendo cartas de amor, pero confieso que intento hacerte sentir mejor y haré lo que sea para que ya no llores. No me gusta verte llorar. Me juré a mi mismo que el día en el que me casara sería para siempre y quiero que tú seas mi para siempre, Paula.
Quiero hacerte reír, quiero decirte cosas bellas, quiero contemplarte todo lo que me sea posible, quiero consentir cada uno de tus caprichos, quiero que te enfades conmigo por lo que sea y que luego nos reconciliemos como solo nosotros sabemos hacerlo, yo quiero hacerte feliz...
Tal vez en este momento no pueda hacerte sentir mejor, pero estoy dispuesto a abrirte mi corazón y decirte todo lo que siento y lo que pienso con respecto a ti.
Bien... Aquí voy.
Eres la mujer más hermosa, complicada, cambiante, seductora, atractiva, dulce (aunque no lo demuestres) inteligente, traviesa, divertida, intrigante y especial que he conocido.
Podría pasarme toda una tarde diciéndote lo que me encanta de ti, Paula. Podría escribir miles de adjetivos y aun así me faltarían paginas para detallar lo perfecta que eres para mi, eres lo que siempre he buscado. Tú haces que mi vida tenga sentido, haces que llegar a casa valga la pena porque aunque sé que estés molesta o de mal humor y aunque peleemos siempre podré ver lo hermosa que eres y lo bien que me haces sentir, eres lo que quiero, lo que necesito y quiero que sepas que pase lo que pase, siempre intentaré robarte una sonrisa. Esa hermosa sonrisa que me vuelve loco, que hace que mi corazón palpite rápidamente cuando te veo, esa sonrisa en tu rostros es motivo para alimentar mi felicidad. Verte sonreír me hace feliz, tú me haces enteramente feliz. Nunca creí en la perfección hasta que apareciste en mi camino con tus caprichos, tus enfados, tus juegos de seducción, tus insultos e incluso tu manera de ver el mundo... Te apoderaste de cada uno de mis sentidos rápidamente y te adueñaste de mi corazón por completo.
Jamás olvidaré el día que nos conocimos, nunca borraré de mi memoria el día de nuestra boda, a pesar de toda la indiferencia que demostramos ese día, sé que los besos que te di y los que tú me diste a mi no fueron forzados o actuación, había algo mas fuerte... Y eso me ayudo a comprender los miles de sentimientos que tengo por ti, Paula. Sabes que te quiero, puedes sentirlo cada vez que estamos juntos y me hace ilusión creer que tu también sientes lo mismo que yo. Espero que esto te haya abierto los ojos y ruego que comprendas que te quiero mucho más de lo que tú te imaginas, tal vez querer no sea la palabra, es mucho más profundo e intenso que un simple 'te quiero' pero no pretendo arriesgarme, no lo diré hasta estar seguro de que sientes lo mismo que yo. Solo así sabré que estamos en la misma página.
Nunca olvides que te quiero más de lo alguna vez quise a alguien y tampoco olvides que eres lo más importante para mí, mi preciosa Paula. Solo tú...
Con amor, Pedro.



Termino de leer la carta de Pedro y noto como varias lágrimas comienzas a caer de mis ojos inconscientemente. 


No puedo creer que él me haya escrito todo esto, no puedo creer que lo que él siente no es un simple ‘te quiero’ es mucho mas y yo también siento mucho mas. Me desespera no poder gritarlo a todo el mundo, pero es como él dice, necesitamos estar seguros de que estamos en la misma página.


Oh, mi dios, eso es completamente inesperado y me tomó por sorpresa. Debo admitir que me siento mejor. No del todo, pero sus palabras me ayudaron a comprender muchas cosas, creo que por fin he abierto los ojos. Ahora sé a que se refería…



Una sonrisa se escapa de mis labios y no puedo contenerme, ahora estoy llorando de felicidad, mi humor cambio rápidamente y Pedro es el culpable de ellos. Me pongo de pie veo su carta de nuevo y la guardo en el sobre con cuidado. La dejo sobre el amplio escritorio de la habitación y luego seco mis lágrimas con el puño de mi abrigo. Camino hacia la puerta y al abrirla lo veo ahí, esperándome con impaciencia. Nuestras miradas se cruzan y sé que está nervioso, se arriesgó al máximo y no sabe como reaccionaré. Sonrío y veo como sus ojos se calman.


Me lanzo entre sus brazos y oigo como sonríe, me estruja contra su cuerpo con fuerza, como si me necesitara más que al aire que respira, acaricia mi cabello, mientras que yo hundo mi cara en su cuello. Lo necesito, este hombre me volvió una adicta y es inevitable negarlo.


– ¿Prometes que jamás vas a dejarme sola? –Pregunto evitando el llanto.


–Lo prometo, Paula. Jamás te dejaré sola. –Me susurra al oído con el tono de voz cargado de seguridad y de promesas, sé que será así, estaremos juntos siempre, puedo imaginármelo incluso. Todo será perfecto si logramos superar algún que otro obstáculo.


Toma mi rostro y luego coloca su mano detrás de mi nuca, acerca mi boca a la suya y nos besamos con delicadeza y dulzura. Muevo mis manos hacia su espalda y la acaricio levemente. Lo único que se oye es el ruido de la lluvia ahí afuera y nuestras bocas que se mueven al compás. Oh, si…


Me separo de él con una sonrisa en el rostro. Ya me siento mejor y quiero hacer algo que siempre tuve deseos de hacer.


– ¿Qué sucede? –Pregunta con el ceño fruncido. Me rio y tomo su mano. Cruzamos la biblioteca y abro los altos ventanales que dan directo al balcón trasero. Sonrío con malicia y Pedro frunce el ceño nuevamente. No dejo que proteste y lo arrastro debajo de la lluvia. Las gotas de agua comienzan a mojarnos rápidamente y primero me siento extraña y algo incomoda, pero luego… comienzo a reír como jamás lo hice, me muevo y doy un par de vueltas sobre el lugar y dejo que el agua haga su trabajo. Pedro parece sorprendido pero no me dice nada, sonrío hacia su dirección, me acerco lentamente y luego tomo su cara entre mis manos y vuelvo a besarlo. Las mariposas se liberan, mi Paula interior, la que no usa máscaras, me sonríe y me aplaude. Mi perfecto esposo me toma de la cintura y luego entre besos y caricias empezamos a dar vueltas por todo el balcón. Me siento como en el cielo, jamás tuve esta sensación y sé que es felicidad pura. Compartí con él uno de mis momentos soñados, un beso bajo la lluvia, uno de mis sueños hechos realidad…


Siempre supe que sería con alguien que amase y sé que amo a este hombre. Todo parece tener sentido. Ya no existe mi madre, los problemas, las discusiones, nada puede arruinar mi felicidad, soy completamente feliz, Pedro me hace feliz…


–Mis sentimientos son más profundos que un ‘te quiero’ Pedro. –Murmuro cuando mi oxigeno se acaba. Abro los ojos y me encuentro con su rostro repleto de gotas de agua, pero sus ojos, esos ojos siguen siendo los de siempre, cálidos, llenos de amor. Hay amor entre ambos y nadie puede negarlo. Ya no es actuación, todo se volvió realidad.


– ¿Eso quiere decir que estamos en la misma página? –Interroga sobre mis labios con una sonrisa.


–Sí. – susurro. – estamos en la misma página…







CAPITULO 33 (PRIMERA PARTE)




Llegamos a casa y cuando nos bajamos del coche las mucamas salen rápidamente y comienzan a bajar las decenas de bolsas de supermercado que ambos tuvimos que cargar. Fue una experiencia divertida y tal vez, solo tal vez, pueda volver a repetirla dentro de un par de meses. 


Pedro las ayuda a ambas y cuando todo está en la cocina, acomodado y súper ordenado, me toma de la mano y caminamos en dirección al recibidor, no sé qué haremos ahora, pero espero que sea divertido. Tengo muchas cosas en mente…


– ¿Qué haremos ahora? –Pregunta Pedro tomándome de la cintura a mitad del corredor.


Sonrío divertida y con mi dedo índice, recorro el contorno del cuello de su camisa.


–No lo sé… ¿Qué quieres hacer tú?



Su mano desciende hacia mi glúteo y lo aprieta levemente con una traviesa sonrisa pintada en su cara. Oh si, Pedro quiere sexo antes del almuerzo y yo también lo quiero.


–Podrías darle un abrazo a tu madre, Paula. –Menciona mi madre saliendo desde algún lugar de la casa. Pedro suelta mi trasero y me toma fuertemente de la cintura. Observo a mi madre acercarse y veo el veneno en su mirada. Oh, no. 


Sé que destruirá mi día, sé que lo arruinará por completo.


¿Qué demonios hace ella aquí? ¿Por qué justo hoy?


–Madre. –Murmuro a modo de saludo como siempre lo hago.


Ella sonríe falsamente, se acerca hacia ambos y luego me da un frío y algo fingido abrazo que me toma por sorpresa y me deja con la boca abierta sin que Pedro lo note. No sé qué sucede aquí, pero sé que si se trata de ella, nada bueno sucederá.


–Te he extrañado, querida. –Murmura fingiendo sentimientos que en ella jamás existieron. Me suelta y luego dirige su sonrisa hacia mi esposo. Lo abraza y besa mis mejillas.


–Querido, que bien te ves.


–Es un placer verte, Carla. –Expresa de manera cortes y algo incomodo. Sabe que no me llevo bien con mi madre y sabe que su presencia en mi casa me molesta, pero jamás comprendió porque realmente y no me atrevo a decírselo. Sé que algún momento él me lo preguntará y haré de todo por evitar la verdad, pero no puedo ocultar a Anabela para siempre.


– ¿Qué iban a hacer? – pregunta fingiendo inocencia. Le lanzo una de mis peores miradas, porque sé que ella sabe lo que MI esposo y yo haríamos. Solo vino a fastidiar lo que alguna vez pudo ser perfecto.


–Paula y yo íbamos a…



– ¡Almorzar! – exclamo desesperadamente y lo interrumpo temiendo que alguna palabra sugerente al sexo se le escape de los labios.


Ella sonríe y luego se mueve algo incomoda. La detesto a cada segundo que pasa. Quiero que se largue de aquí.


–Que bien, puedo almorzar con ambos entonces. –Sugiere buscando la aprobación de Pedro porque es evidente que yo no le importo y ella a mí tampoco me importa. Me vale mierda lo que haga, quiero que se vaya de MI casa.


–Será un placer que nos acompañes, Carla. –Sisea mi esposo y sé que cuando lo dice no está siendo sincero. Mi madre adora el bolsillo de mi esposo, pero Pedro puede notar que hay algo extraño en ella. Ese algo es la verdad que ambas sabemos y que ninguna dirá jamás. –Iré a inspeccionar que el almuerzo marche bien… –Indica mi esposo. –…regresaré enseguida.


¿Qué?


¡No! ¡No me dejes sola, Pedro, mierda no ahora!


Cierro los ojos y evito suspirar fuertemente para que él no lo note. No quiero quedar a solas con mi madre, no ahora, sé que me dirá, sé que pelearemos y sé que todo será completamente desastroso.


Mi madre observa detenidamente a Pedro mientras que desaparece y se pierde en la cocina. Cuando sabe que estamos solas se acerca rápidamente y toma mi brazo con fuerza. Me arrastra un par de pasos hasta la sala de estar y me observa con esa mirada de desaprobación que utilizó durante toda mi vida. Algo hice mal, en realidad para ella todo lo hice mal y ahora viene a darme su lista de errores, personalmente.



–Ahora vas a explicarme qué demonios hacías tú en el restaurante con aquel hombre y quiero la maldita verdad, Paula Chaves.


Me suelto de su agarre y acomodo algunos mechones de mi pelo frenéticamente. No me siento segura justo en este momento y sé que Pedro nos dará nuestro tiempo, pensando que hace algo bien por ambas, pero no, Pedro lo hace todo mal en este instante, tiene que regresar cuanto antes.


–Primero, no puedes venir a mi casa y hablarme de esta manera, madre. –Espeto fríamente mientras que la fulmino con mi mirada. Quiero intimidarla de cierta forma, pero sé que no lo lograré del todo. –Y en segundo lugar, él no es nadie del que debas preocuparte. – espeto haciendo referencia a Damian. –Así que deja de fastidiarme la vida, ya lo hiciste durante muchos años y no voy a soportarte más…


Ella sonríe con ironía y poca importancia hacia mis palabras. 


Que no me importa en lo más mínimo lo que pueda decir, jamás podré herirla como ella me hiere a mí en todas las ocasiones que encuentra. Es ilógica su manera de reaccionar conmigo, pero es obvio que lo haga, no soy su hija biológica, jamás lo fui y por eso me exigió demasiado, quiso llenar un vacío en su vida y yo no fui lo suficientemente buena para ella, jamás podré llenar ese maldito vacio que acapara todo su jodido corazón.


–Eres una completa inútil, estás jugando a la esposa perfecta y además de eso engañas al idiota de tu esposo con esa basura de hombre… –Endosa refiriéndose a Damian. Me observa de pies a cabeza y frunce el ceño con asco. Está observando mi inusual atuendo y sé que también será un problema.


–No tengo un maldito amante, madre. No engaño a Pedro… –Aclaro apretando los dientes para que palabras groseras no se escapen de mi boca. Sigo siendo una dama aunque ella intente hacerme pensar lo contrario. Debo controlarme. No podré soportarlo por mucho tiempo, pero necesito calmarme.


–Ya te lo he dicho y te lo diré siempre, eres una inútil…


Pedro es bueno madre, no es idiota.


Ella me observa por una enésima de segundo y luego niega de manera desaprobadora con su cabeza.


–Te enamoraste de él. –Afirma como si hubiese hecho algo malo. No puedo negarlo, sí, creo, bueno, estoy completamente segura de que si lo hice, porque lo siento en cada poro de mí ser, pero aun no puedo confesarlo, intento procesarlo y cuando termine de aceptar que me deje vencer por el amor, lo diré, pero no aun, es muy pronto. Él sabe que lo siento, pero no estoy preparada para decírselo.


–Basta. –Ordeno inmutable. –Retírate y déjame en paz. Mi esposo y yo estábamos muy bien hasta que llegaste, te pediré con cortesía que te retires de mi casa.


Se ríe en mi jodida cara y luego coloca una mano en su barbilla para observarme con detenimiento, como si fuese un animal exótico o algo que jamás ha visto en su vida. Sé que debo de resultarle extraña, pero su hipocresía me da cólera.


Toma asiento y deja su bolso a un lado en mi amplio y costoso sillón. Se cruza de piernas y luego sonríe.


–Esperaré a que tu esposo anuncie el almuerzo, querida Paula. –Me informa con indiferencia. Su actitud me molesta y no quiero soportarla. Siento que la Paula frágil que llevo dentro intenta ser liberada, Anabela está ayudándola a escapar y sé que si eso sucede todo será mucho más difícil.



– ¿Por qué, madre? –Cuestiono en un vago intento por comprender el porqué de miles de cosas que sucedieron durante muchos años. – ¿Por qué eres así conmigo? ¿Por qué jamás fui lo suficientemente buena?


Me siento destrozada. Por primera vez dejo que esto me afecte realmente. Jamás me atreví a preguntarle el porqué de todo esto, pero ahora que lo hago veo su reacción de sorpresa y al mismo tiempo de fastidio.


Se pone de pie y se acerca cautelosamente a mí. Si, debe decirme la verdad, me parece bien que sea cara a cara. 


Quiero comprobarlo por mi misma que fui el peor error de su vida, lo sé, pero aun así quiero comprobarlo.


–Siempre has querido que sea como ella, siempre deseaste que me pareciera a ella, quisiste hacerme completamente perfecta porque creías que ella lo era… –Murmuro con la voz entrecortada. No quise hablar sobre esto, pero me siento terrible y necesito una mínima explicación.


–No la menciones, ni siquiera pienses en eso porque vas a arrepentirte, Paula. –Me advierte señalándome con un dedo.


Pero no puedo contenerme. Siempre supuse que nunca ocuparía su lugar, pero fue demasiado tener que aceptar que todo este desastre sucedió cuando todo marchaba a la perfección. Ella no se merecía lo que le sucedió, ninguno de nosotros lo merecía, ella era buena y la quería, pero eso mi madre, jamás lo entendió, no es mi culpa…


–Era como mi hermana… –Murmuro intentando contener las lágrimas. No quiero recordarla, no ahora, sé que lloraré porque fue una de las primeras personas a las que aprendía querer, pero… no lo resisto y siento como mis ojos se llenan de lágrimas.


– ¡No llores, mierda! –Grita hacia mi dirección. – ¡Ella ya está muerta! ¡Se murió!



– ¡No lloraré! No pienso derramar ni una maldita lágrima más. Intenté ser todo lo que quisiste que sea, quise ser perfecta, quise que te sintieras orgullosa de mi como lo estabas de Marianela, pero jamás fue suficiente para ti.


– ¡Nunca hiciste nada bien! –Exclama a modo de reproche.


– ¡Me convertiste en una mierda de personas, en una maldita basura que solo presume lo que tiene por fuera, pero que en el interior no tiene nada, destruiste mi vida, me convertiste en una maldita mierda como lo eres tú! –Grito hacia su dirección, pero lo único que percibo es su mano derecha golpeado fuertemente sobre mi mejilla. Mi rostro se voltea y lágrimas se escapa de mis ojos.


– ¡Carla! –Grita Pedro furioso, mientras que entra a la habitación. No elevo mi cara hacia ninguna dirección. No quiero verlo y tampoco debo hacerlo. Me siento completamente avergonzada y humillada. Jamás creí que mi madre se rebajaría de esta manera, utilizar la violencia sin motivo alguno y más cuando tengo la maldita razón en cada una de las palabras que dije anteriormente.


Mi esposo toma a mi madre del brazo fuertemente y la jalonea un poco. Ella aparece asustada y sé porque, Pedro fuera de control es irreconocible.


– ¡Nunca en tu maldita vida vuelvas a golpearla! –Grita fuera de quicio. – ¡Jamás vuelvas a tocarla!


Mi madre intenta soltarse de su agarre y decir algo, pero él no se lo permite.


Pedro, querido, estás haciéndome daño. –Protesta mi madre con la voz entrecortada, pero él no responde al sentido de la razón y la arrastra hacia la puerta de la sala de estar. Está completamente furioso y puedo verlo en sus ojos, en su manera de actuar, no le gustó que mi madre me tocara, el dijo que me protegería de lo que sea y lo está haciendo en este momento.



– ¡Fuera de mi casa, no volverás hasta que le pidas perdón a mi esposa! –Grita en el corredor. Los gritos se pueden oír por toda la mansión, pero simplemente no me importa. Estoy molesta, dolida y no quiero hablar o decir nada. Seco mi mejilla y me quedo sentada en el sillón, ya tendré tiempo de desahogarme como pueda.


–Pero Pedro, querido yo… –Protesta fingiendo inocencia.


– ¡Lárgate, Carla! ¡Lárgate antes de que te eche a la calle yo mismo! –Grita con toda su furia cargada en su tono de voz. 


Me abrazo a mis piernas y oigo como la puerta de la entrada se cierra con un estruendoso portazo.


Lo veo aparecer en la sala de estar y rápidamente corre hacia mi dirección. Se sienta delante de mí en el sillón y toma mi rostro entre su mano. Observo su cara y me detengo en sus ojos, hay preocupación, enfado, tristeza y confusión… sentimientos encontrados al mismo tiempo y sé que le debo una explicación, pero no quiero hablar ahora. No estoy lista.


–Paula, cariño, dime que estás bien, por favor. –Me implora acariciando mi roja mejilla una y otra vez. No puedo responder, no quiero hacerlo tampoco. Me siento completamente estúpida. La humillación del momento me inunda el cuerpo y necesito estar sola.


Me muevo de su lado y me pongo de pie. Seco mi mejilla de nuevo porque una lágrima no deseada escapo y camino en dirección a la salida. Pedro sigue mis pasos en silencio, pero veo la desesperación por no saber qué hacer en una situación como esta. Subo las escaleras y el toma mi mano para que me detenga. Volteo bruscamente y golpeo mi cuerpo contra el suyo.


Pedro… –Digo intentando contener el llanto que guarde durante años muy dentro de mí. Ya no hay ni una sola máscara, todas están destrozadas en el suelo, mi Paula interior, esa Paula frágil, sensible y sobre todo vulnerable salió a flote, las demás desaparecieron y me dejaron completamente sola. No puedo defenderme de mi misma.
   

–Paula, por favor déjame ser parte de esto. –Me implora con dulzura, pero no puedo ceder a su petición, no en este momento.


–Déjame estar sola.


Me suelto de su agarre y corro en dirección a la biblioteca, necesito silencio, paz, quiero esclarecer mis pensamientos, no puedo evitar sentirme como una completa estúpida, mi madre arruinó lo que estaba siendo completamente perfecto, destruyó la muralla que demoré más de diez años en construir para defenderme de sus ataques, me siento completamente quebrada, ya no seré la misma. Cuando él sepa la verdad todo el desastre será completamente inevitable…