miércoles, 27 de septiembre de 2017

CAPITULO 56 (SEGUNDA PARTE)





Regreso a la casa un par de horas después. Me detengo en la entrada trasera y bajo las bolsas del vehículo. Son muchas y trato de equilibrar el peso en ambas manos. Flora, al verme cargada de cosas, corre a mi dirección y me ayuda con casi todo.


—¡No tienes que hacer mucha fuerza! —me regaña.


Pongo los ojos en blanco y camino con las dos bolsas más pequeñas hasta la cocina. Las dejo sobre la mesada, tomo un broche de cabello del interior de mi bolso y ato mi pelo para que no moleste.


—¿Tienes alguna objeción con que ensucie un poco la cocina? —pregunto en dirección a Flora que se ve realmente entretenida con lo que hace para el almuerzo.


—No, si juras que limpiarás todo lo que ensucies cuando termites —me responde con una sonrisa. Le devuelvo el gesto, hago un nudo en la parte trasera del delantal con flores, que no combina para nada con mi atuendo y luego comienzo a buscar los ingredientes y los recipientes que necesito.


Bien.


Intento recordar las instrucciones de Damian.


Es un pastel con dos niveles y debe de ser blanco con adornos también blancos. Comprendo. ¿Por qué demonios no puede ese tipo comprar un maldito pastel en una pastelería?


Tomo mi celular, coloco un poco de música y comienzo a hacer lo que debo de hacer…



****


Miro mi obra finalizada y casi dejo que algunas lágrimas escapen por mi mejilla. No puedo creerlo. Se ve realmente perfecto. Es… No sé cómo describirlo siquiera. No rompí nada, no ensucié nada, todo salió a la perfección. Es el pastel más lindo y, seguramente, más sabroso que he hecho en toda mi vida.


Tiene dos niveles, el primero es más pequeño que el de abajo, la cobertura con fondant me ha costado, pero se ve simplemente magnifico. Los adornos florales blancos que hice a mano se ven maravilloso. ¡Ni siquiera sabía que podía hacer eso!


—Se ve increíble —me digo a mi misma sin poder creerlo todavía.


A medida que comenzaba a armarlo me entusiasmaba cada vez más, pero no había logrado percibir que todo estaba tan bien. Ahora que lo veo finalizado, me impacto de verdad. 


Tengo talento para esto, y lo que más me asusta es que me gusta hacerlo. Siento como todos mis problemas y malos pensamientos se esfuman cuando me concentro en batir cosas y decorar.


Le tomo un montón de fotografías, de todos los ángulos posibles, a mi perfecta obra de arte. Luego, se la envío a Pedro. Quiero saber que piensa.


Algo así merece ser recordado para siempre. Es el mejor de todos.


*¿Qué te parece?*


Mi celular vibra encima del mármol luego de tres o cuatro minutos, mientras que termino de juntar todo lo que he ensuciado. Seco mis manos con un repasador y rio sonoramente al ver los trece emoticones que Pedro me ha enviado por mensaje. Todos expresan sorpresa absoluta. 


Son todo tipo de caritas en todos los colores y expresiones posible.


*Tomaré tu respuesta como un “se ve increíble”*


*Se ve realmente increíble. Estoy en una junta importante, preciosa. Te llamaré cuando acabe. Te amo*


Sonrío y como respuesta le envío un corazón azul y un beso.



—¡Oh, mi dios! —chilla mi madre, entrando a la cocina—. ¡Se ve fabuloso, querida! —dice, acercándose. La miro por un instante para comprobar la expresión de su rostro y parece tan sorprendida como yo—. Me encanta —asegura.


—No puedo creer que yo hice algo así —murmuro en su dirección.


—Para serte franca, yo tampoco, pero me sorprendes. Se ve sabroso.


—Eso espero. No sé para quien es, pero solo deseo que le guste. He demorado más de tres horas en hacerlo.


Mi madre se acerca a mí y coloca sus manos en mis hombros a modo de contención, mientras que las dos observamos el pastel.


—Ha quedado muy bien —dice para darme confianza—. Me gusta, les gustará a ellos también. Ahora, ve arriba y date un baño que hueles a todo lo que has preparado y tienes algo en el cabello —me informa con una sonrisa divertida.


Tomo el mechón que ella me indica y al tocarlo siento el espesor del merengue seco. Sonrío para mí misma y luego me quito el delantal.


—Gracias —le digo antes de cruzar el umbral.


—Voy a apoyarte en lo que sea que escojas, Paula —me dice, clavando su fija mirada en mí.


Asiento levemente con la cabeza, aturdida, desconcertada… y luego corro hacia las escaleras. Mi madre y yo jamás nos hemos llevado bien, pero el hecho de que esté intentando mejorar la relación, me pone demasiado nerviosa y me sorprende a cada instante. Podía haberme dicho que el pastel era un desastre y que tal vez sabría mal, pero no lo hizo.






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