jueves, 7 de septiembre de 2017

CAPITULO 45 (PRIMERA PARTE)




Estoy completamente sola. A lo lejos veo las mesas repletas de personas y meseros que se mueven de un lado al otro con bandejas plateadas en sus manos. Estoy sentada en una banca blanca de madera como la de los parques, debajo de el gran árbol en el que me encontré con Damian horas atrás. Intento contenerme, mis emociones están mezcladas y no sé cómo actuar realmente. No hizo nada malo, cumplió el sueño de su hermana pero… ¿Qué hay de mí? ¿Qué hay de lo que me importa? ¿De lo que quiero? Otra vez regresamos al mismo lugar. No piensa del todo lo que me pueda agradar o no. ¿Por qué me lo ocultó? ¿Por qué mierda estoy tan molesta? ¡Mierda! Todo se vuelve más complicado que antes y ni siquiera sé porque. Es un desastre y sé que estaré molesta por esto el resto de mi vida. Es un desconsiderado.


Limpio mi mejilla, sin notarlo algo cayó de mi ojo derecho y no pienso admitir que estoy llorando por su causa. Aliso la falda de mi vestido y luego veo a Damian acercarse. Pongo los ojos en blanco y veo como se sienta a mi lado. Lleva la cámara colgando de su cuello y tiene un plato repleto de comida en sus manos.


– ¿No deberías estar tomando fotos? –Pregunto intentando parecer despiadada.



–Es mí media hora libre. –Me informa sonriente, mientras que mastica algo una y otra vez. – ¿Qué sucedió ahora, con el gruñón de tu esposo?


–No sucedió nada. –Musito rápidamente. No quiero hablar sobre eso ahora. A Damian no parece gustarle mi respuesta, pero no pienso decirle más. Seguiré enojada el resto del día y tal vez el resto de la semana, pero nadie logrará hacer que cambie de opinión con respecto a la estúpida idiotez que cometió Pedro.


–Bien, no me lo dirás y no insistiré. –Murmura dándose por vencido. Luego tiende un pedazo de sándwich delante de mí para que lo tome. Niego con la cabeza frunciendo el ceño. No comeré absolutamente nada, no tengo hambre y nadie parece comprenderlo. –Vamos, nena, come algo. –Insiste.


–No tengo hambre, Damian.


El sigue insistiendo y me tiende el pedazo de sándwich. Lo tomo para que ya no insista y como solo un pedazo. Es de pollo con lechuga, tomate y algún que otro aderezo. No sabe del todo desagradable. Como un segundo mordisco y le sonrío en agradecimiento.


–Lo ves, es más lindo cuando sonríes. –Confiesa con una amplia sonrisa. Me rio sin siquiera poder remediarlo y luego le doy otro mordisco al sándwich. Ambos estamos sentados observando la nada y ninguno sabe que decir. Me cruzo de piernas y luego suelto un leve suspiro. Necesito descargarme de alguna manera, no quiero pensar en la estupidez que cometió Pedro y tampoco tengo que pasarme el resto del día de mal humor por su culpa.


–Sabes, siempre creí que tengo el control de todo lo que me rodea, pero a veces me doy cuenta que no es así y eso me desespera. Nunca sé lo que sucederá entre Pedro y yo y tengo…



– ¿Miedo? –Cuestiona volteando su rostro hacia mi dirección. Jamás creí que él diría esa palabra y ahora estoy debatiéndome entre admitirlo o no. Jamás he tenido miedo, no ese miedo que todos pueden notar… no sé que me sucede, las cosas entre ambos son tan sensibles que solo una palabra puede arruinarlo.


Suspiro de nuevo. –No sé si sea miedo, pero sé que si no encontramos una solución a todo este desastre, las cosas se complicaran.


Damian parece más pensativo que antes y sé que intenta ayudarme, pero no creo que funcione.


Elevo la mirada y veo a Tania acercándose. Oh, genial. Lo que me faltaba para empeorar aun más mi día. ¿Qué mierda quiere ahora? Bueno, al menos no es la otra chica, eso sí que no lograría tolerarlo. ¿Por qué a todos se les da por fastidiarme el día de hoy?


–Paula. –Dice a unos pocos metros de mí. Siento como el codo de Damian golpea mis costillas una y otra vez disimuladamente. Lo miro de reojo y contemplo como la observa. Oh, no. No puede ser lo que estoy pensando. – ¿Estás bien? –Pregunta observando al rubio a mi lado. Si, ambos están viéndose como si fuesen animales extraños o algo así. Genial, lo único que me faltaba.


Me pongo de pie para acabar con toda esta estúpida situación. Damian me sigue y caminamos hasta colocarnos delante de la hermana de Pedro. Le sonrío y Damian también lo hace. Todo se volvió algo incomodo y no sé como explicárselo ¿Qué debo decir? Mierda, esto situación es estúpida y sin sentido. Solo quiero regresar casa y estar sola. Estoy sobrando en este lugar, nadie me necesita.


–Tania, él es Damian O’connor, un amigo. –Indico presentándolo. Damian sonríe y se acerca a ella. Besa su mano y contemplo como las mejillas de la rubia se tornan rojas.



–Es un placer. –Murmura Damian. A lo cual Tania responde del mismo modo. Ahora sé que estoy molestando. Debería dejarlos solos para que se conozcan, pero sería completamente descortés, aunque yo no soy cortes, así que podría hacerlo…


–Paula, Pedro me dijo lo que sucedió… –Inquiere Tania intentando captar un tono de discreción que no es digno de ella. –Solo quería saber si estabas bien. –Murmura. Ahora es tímida, que inoportuno.


–Sí, estoy bien, Tania. –Respondo. –Regresemos a la mesa. –Le indico. Me despido de Damian con un saludo de mano y él me devuelve una sonrisa. Tania se despide de el moviendo su mano de un lado al otro y oigo como responde con un ‘adiós, nena’ que hace que me ría por dentro.





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