lunes, 4 de septiembre de 2017

CAPITULO 34 (PRIMERA PARTE)




Sigo sentada en el sillón individual de la biblioteca, abrazo mis piernas fuertemente y apoyo mi mejilla en mis rodillas. 


Contemplo con detenimiento la lluvia que cae incesantemente sobre el jardín trasero. El día es gris, yo me siento gris y no tengo ánimos de nada. No sé por cuento tiempo he estado aquí exactamente, pero sé que ya han pasado un par de horas. He pensado en muchas cosas y sobre todo en Pedro. Él es el motivo principal de mis pensamientos y sé que en este momento debe de estar encerrado en su despacho, preocupado por lo que sucede. 


No quiero que se preocupe, pero tampoco quiero explicarle el porqué de todo este maldito desastre. Es más fácil guardar silencio y lamentarme para mis adentros, el debe entenderme.


Oigo como la cerradura de la biblioteca se mueve y me limito a seguir observando el clima. Sé que es él, ha pasado bastante tiempo y supuse que haría lo que está haciendo justo ahora. La puerta se abre y oigo sus pasos hacia mi dirección. Se coloca delante de mí, pero mi vista se pierde en las afueras de la casa, no me atrevo a verlo a los ojos.


–Mírame, Paula. –Me ordena con la voz cargada de dulzura y paciencia. Me muevo un poco y lo observo detenidamente. 


Se dio un baño y ahora luce como siempre. Lleva una camisa blanca como las que suele utilizar usualmente con las mangas dobladas a la altura de los codos y un pantalón negro que combinan con sus zapatos del mismo color. Se ve hermoso, aunque su mirada no es la misma de siempre y comprendo que es por mí.


–Quiero estar sola un poco más. –Le informo en un susurro.


Él no me dice nada, acaricia mi mejilla y luego se acerca para besar mis labios castamente. No me opongo, pero tampoco sigo su juego, no tengo deseos de nada. Suspira con evidente frustración y extiende su mano hacia mi dirección y me da un sobre color vino. Lo miro algo confundida, pero sin decir más se pone de pie y sale de la habitación. Creo que sé lo que está sucediendo y no demoro en abrir el sobre, hay una carta dentro y reconozco el instante la caligrafía de mi esposo.




Mi preciosa Paula:
En momentos como estos miles de dudas y preguntas invaden mi cabeza. No sé porque sucedió todo lo que sucedió, pero sé que cuando llegue el momento correcto lo sabré y sé que sabes que estaré siempre de tu lado. Debo confesarte que muchas veces me he preguntado el porqué de muchas de tus actitudes, pero luego… te veo sonreír y esas preguntas se esfuman. Sabes que siempre podrás confiar en mí para decirme lo que sea...
En fin, acabo de notar que soy terrible escribiendo cartas de amor, pero confieso que intento hacerte sentir mejor y haré lo que sea para que ya no llores. No me gusta verte llorar. Me juré a mi mismo que el día en el que me casara sería para siempre y quiero que tú seas mi para siempre, Paula.
Quiero hacerte reír, quiero decirte cosas bellas, quiero contemplarte todo lo que me sea posible, quiero consentir cada uno de tus caprichos, quiero que te enfades conmigo por lo que sea y que luego nos reconciliemos como solo nosotros sabemos hacerlo, yo quiero hacerte feliz...
Tal vez en este momento no pueda hacerte sentir mejor, pero estoy dispuesto a abrirte mi corazón y decirte todo lo que siento y lo que pienso con respecto a ti.
Bien... Aquí voy.
Eres la mujer más hermosa, complicada, cambiante, seductora, atractiva, dulce (aunque no lo demuestres) inteligente, traviesa, divertida, intrigante y especial que he conocido.
Podría pasarme toda una tarde diciéndote lo que me encanta de ti, Paula. Podría escribir miles de adjetivos y aun así me faltarían paginas para detallar lo perfecta que eres para mi, eres lo que siempre he buscado. Tú haces que mi vida tenga sentido, haces que llegar a casa valga la pena porque aunque sé que estés molesta o de mal humor y aunque peleemos siempre podré ver lo hermosa que eres y lo bien que me haces sentir, eres lo que quiero, lo que necesito y quiero que sepas que pase lo que pase, siempre intentaré robarte una sonrisa. Esa hermosa sonrisa que me vuelve loco, que hace que mi corazón palpite rápidamente cuando te veo, esa sonrisa en tu rostros es motivo para alimentar mi felicidad. Verte sonreír me hace feliz, tú me haces enteramente feliz. Nunca creí en la perfección hasta que apareciste en mi camino con tus caprichos, tus enfados, tus juegos de seducción, tus insultos e incluso tu manera de ver el mundo... Te apoderaste de cada uno de mis sentidos rápidamente y te adueñaste de mi corazón por completo.
Jamás olvidaré el día que nos conocimos, nunca borraré de mi memoria el día de nuestra boda, a pesar de toda la indiferencia que demostramos ese día, sé que los besos que te di y los que tú me diste a mi no fueron forzados o actuación, había algo mas fuerte... Y eso me ayudo a comprender los miles de sentimientos que tengo por ti, Paula. Sabes que te quiero, puedes sentirlo cada vez que estamos juntos y me hace ilusión creer que tu también sientes lo mismo que yo. Espero que esto te haya abierto los ojos y ruego que comprendas que te quiero mucho más de lo que tú te imaginas, tal vez querer no sea la palabra, es mucho más profundo e intenso que un simple 'te quiero' pero no pretendo arriesgarme, no lo diré hasta estar seguro de que sientes lo mismo que yo. Solo así sabré que estamos en la misma página.
Nunca olvides que te quiero más de lo alguna vez quise a alguien y tampoco olvides que eres lo más importante para mí, mi preciosa Paula. Solo tú...
Con amor, Pedro.



Termino de leer la carta de Pedro y noto como varias lágrimas comienzas a caer de mis ojos inconscientemente. 


No puedo creer que él me haya escrito todo esto, no puedo creer que lo que él siente no es un simple ‘te quiero’ es mucho mas y yo también siento mucho mas. Me desespera no poder gritarlo a todo el mundo, pero es como él dice, necesitamos estar seguros de que estamos en la misma página.


Oh, mi dios, eso es completamente inesperado y me tomó por sorpresa. Debo admitir que me siento mejor. No del todo, pero sus palabras me ayudaron a comprender muchas cosas, creo que por fin he abierto los ojos. Ahora sé a que se refería…



Una sonrisa se escapa de mis labios y no puedo contenerme, ahora estoy llorando de felicidad, mi humor cambio rápidamente y Pedro es el culpable de ellos. Me pongo de pie veo su carta de nuevo y la guardo en el sobre con cuidado. La dejo sobre el amplio escritorio de la habitación y luego seco mis lágrimas con el puño de mi abrigo. Camino hacia la puerta y al abrirla lo veo ahí, esperándome con impaciencia. Nuestras miradas se cruzan y sé que está nervioso, se arriesgó al máximo y no sabe como reaccionaré. Sonrío y veo como sus ojos se calman.


Me lanzo entre sus brazos y oigo como sonríe, me estruja contra su cuerpo con fuerza, como si me necesitara más que al aire que respira, acaricia mi cabello, mientras que yo hundo mi cara en su cuello. Lo necesito, este hombre me volvió una adicta y es inevitable negarlo.


– ¿Prometes que jamás vas a dejarme sola? –Pregunto evitando el llanto.


–Lo prometo, Paula. Jamás te dejaré sola. –Me susurra al oído con el tono de voz cargado de seguridad y de promesas, sé que será así, estaremos juntos siempre, puedo imaginármelo incluso. Todo será perfecto si logramos superar algún que otro obstáculo.


Toma mi rostro y luego coloca su mano detrás de mi nuca, acerca mi boca a la suya y nos besamos con delicadeza y dulzura. Muevo mis manos hacia su espalda y la acaricio levemente. Lo único que se oye es el ruido de la lluvia ahí afuera y nuestras bocas que se mueven al compás. Oh, si…


Me separo de él con una sonrisa en el rostro. Ya me siento mejor y quiero hacer algo que siempre tuve deseos de hacer.


– ¿Qué sucede? –Pregunta con el ceño fruncido. Me rio y tomo su mano. Cruzamos la biblioteca y abro los altos ventanales que dan directo al balcón trasero. Sonrío con malicia y Pedro frunce el ceño nuevamente. No dejo que proteste y lo arrastro debajo de la lluvia. Las gotas de agua comienzan a mojarnos rápidamente y primero me siento extraña y algo incomoda, pero luego… comienzo a reír como jamás lo hice, me muevo y doy un par de vueltas sobre el lugar y dejo que el agua haga su trabajo. Pedro parece sorprendido pero no me dice nada, sonrío hacia su dirección, me acerco lentamente y luego tomo su cara entre mis manos y vuelvo a besarlo. Las mariposas se liberan, mi Paula interior, la que no usa máscaras, me sonríe y me aplaude. Mi perfecto esposo me toma de la cintura y luego entre besos y caricias empezamos a dar vueltas por todo el balcón. Me siento como en el cielo, jamás tuve esta sensación y sé que es felicidad pura. Compartí con él uno de mis momentos soñados, un beso bajo la lluvia, uno de mis sueños hechos realidad…


Siempre supe que sería con alguien que amase y sé que amo a este hombre. Todo parece tener sentido. Ya no existe mi madre, los problemas, las discusiones, nada puede arruinar mi felicidad, soy completamente feliz, Pedro me hace feliz…


–Mis sentimientos son más profundos que un ‘te quiero’ Pedro. –Murmuro cuando mi oxigeno se acaba. Abro los ojos y me encuentro con su rostro repleto de gotas de agua, pero sus ojos, esos ojos siguen siendo los de siempre, cálidos, llenos de amor. Hay amor entre ambos y nadie puede negarlo. Ya no es actuación, todo se volvió realidad.


– ¿Eso quiere decir que estamos en la misma página? –Interroga sobre mis labios con una sonrisa.


–Sí. – susurro. – estamos en la misma página…







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