sábado, 7 de octubre de 2017

CAPITULO 27 (TERCERA PARTE)





La fiesta se ve fabulosa. Todos están sentados en sus ubicaciones y hablan entre sí mientras que disfrutan de la comida y la bebida. Me encargué del pastel de mi pequeña y todo lo demás lo compramos porque no tenía tiempo y tampoco muchos deseos de cocinarlo todo, pero sé qué lo que más les encantará será mi pastel. 


A lo lejos veo a Ale jugando con varios niños que son hijos de algunos amigos de Pedro. Aún la familia de mi esposo no lo ha notado y no tengo idea de cómo reaccionarán todos al saber que es nuestro hijo, pero confío en que todo irá más que bien. 


—¡Tía Paula! —exclama la pequeña niña corriendo hacia mis brazos. Ya me ha abrazado y besado unas doscientas veces desde que llegó y comienza a ser fastidiosa porque lo hace por celos, pero de todas formas me armo de paciencia y la abrazo como puedo también. No despego mis ojos de mi pequeño niño ni un solo segundo. Me gusta verlo interactuar con los demás y me siento tranquila. Sé qué papá y Agatha también lo están vigilándolo mientras que me encargo de que todo salga bien. 


—¿Lista para el bendito juego? —pregunta Pedro, tomándome del brazo ligeramente. 


Parpadeo y regreso al mundo real. Una inmensa sonrisa se arma en mi rostro y toda la maldad me invade. Esto será muy divertido. 


—Claro que estoy lista. 


Minutos después todos se han reunido alrededor del amplio espacio en medio del salón. Hay una mesa con tres osos de felpa y muchos, pero muchos pañales. Todos saben lo que sucederá y estoy completamente segura de que voy a partirme de la risa.



—¿Están listos para la diversión? —pregunta el animador de la fiesta. Todos exclaman que sí, que están listos, y luego soy llamada hasta el centro de la pista junto con el tipo de traje y micrófono que se encargara de que todo esto tenga sentido—. ¿Estás lista, mamá? —pregunta en mi dirección. 


—¡Estoy lista! —exclamo a modo de victoria y todos gritan y aplauden. Tengo una multitud entusiasmada y eso me gusta. 


—Bien, mamá. Necesito que escojas a tres hombres para este juego —me pide con una divertida sonrisa. Escaneo la habitación pero es obvio que ya sé a quienes escoger. —Eh… —digo buscándolos con la mirada—. Pedro, obvio —murmuro, y todos gritan—. Mi padre y… No lo sé...¿Damian? 


Él suelta un alarido y todos comienzan a reír. Luego los tres se colocan al otro lado de la mesa y observan los osos de felpa con el ceño fruncido. 


—¿Y tú que eres de esa preciosa chica? —pregunta el animador con una sonrisa. 


—Soy su padre —murmura papá con una sonrisa cargada orgullo. Todos aplauden y el animador le da una palmada en el hombro. 


—¡Un aplauso para el abuelo simpático de aquí! —exclama. Después se coloca al lado de Pedro y parece sentirse algo intimidado—. ¿Y quién es este tipo rudo y alto de aquí? —me rio levemente porque ese sujeto no sabe lo que está haciendo—. ¿Qué eres de esa hermosa chica de allá? —vuelve a preguntar señalándome. 


—¿Qué no es obvio? —dice con algo de brusquedad y hace que todos se rían—. Soy su esposo, el amor de su vida, el padre del bebé —murmura. 


Vuelvo a reírme y luego le lanzo un beso. 


—¡Te amo, cariño! 


—¡Muy bien, felicidades y un aplauso a este futuro padre sobre protector de aquí! 


Luego se acerca a Damian que se ve algo incómodo, pero divertido. No sabe qué hacer exactamente.



—¿Y tú qué eres de la bebé? —murmura cambiando su pregunta. Damian se rasca la cabeza como si pensase una respuesta. 


—Bueno, creo que seré algo así como el tío buena onda —dice con una sonrisa, y luego me guiña el ojo. 


Todos aplauden porque se ven realmente contentos con la respuesta. El animador también palmea sus hombros y luego se dirige a los invitados. 


—¡Aquí están los tres primeros participante! ¡El objetivo es muy fácil: el primero que coloque bien el pañal al osito de felpa pasará a la siguiente ronda y se llevará un fabuloso premio! —Todo el mudo aplaude de nuevo, mientras que el asistente de Damian toma fotografías—, pero… ¿Qué sentido tendría este juego si sólo tuvieran que cambiar pañales? —pregunta con voz divertida en mi dirección—. Para lo único que sirven esta clase de cosas es para hacerlos sentir vergüenza y humillarlos, y la mamá de ahí va a ayudarme con eso, ¿cierto? —grita muy fuerte. 


Todos aplauden y Agatha se acerca a mí y me entrega la bolsa rosa brillante. Los tres participantes abren los ojos de par en par y niega con la cabeza una y otra vez mientras que me acerco. Saco la primer coronita rosa llena de plumas y diamantes de la bolsa y todos los invitados se parten de risa. 


Se la coloco a papá que parece divertido con la situación y resignado. 


—No pensé que viviría para hacer algo así —murmura con una sonrisa. 


—Te quiero, papá —le digo dándole un beso en la mejilla, luego me acerco a Pedro que me aniquila con la mirada y veo muchos sentimientos encontrados en ella—. Serás el papá más sexy de todos —le digo acariciando su mejilla. 


Él sonríe levemente y cuando ve que tomo una enorme corona llena de flores rosas que sobresalen y se caen por los costados su sonrisa se borra de inmediato. 


—¡No, no, no! —exclama moviendo su dedo índice de un lado al otro—. Ni loco, no… —asegura.


Le pongo mi mejor carita triste, luego todos comienzan a gritar su nombre y el accede poniendo los ojos en blanco.


 —Te amo —murmuro sobre su oído y luego me contengo para no partirme de risa con los demás invitados. 


El asistente de Damian sigue con las fotos y yo disfruto de todo lo que estoy haciendo. Luego le coloco la otra corona rosa a Damian y él me guiña un ojo cuando dice “Lo que sea por ti, nena”



—¿Están listos? ¡El primero que coloque un pañal de manera correcta, sin dejar caer su corona, debe de correr una vez por el salón, chocar la mano de Paula y llegar a la mesa de nuevo, será el que ganará la primera ronda! —grita, y el juego comienza. 


Todos los demás invitados gritan, chillan y se desesperan mientras que los tres toman el pañal que tiene delante y lo observan como algo que jamás han visto en su vida. Lo voltean de todos lados y ninguno de ellos lo ha abierto aún. 


Me muero de la risa al ver a Pedro así, con esa cosa en la cabeza y el ceño fruncido, es lo más adorable que he visto en la vida. 


—¡Vamos, cariño! ¡Tú puedes! —grito moviéndome desesperada. Ale corre a mi dirección y abraza mies piernas. Lo miro un segundo y luego acaricio su cabello—. ¿Crees que papá ganará? —le pregunto y él asiente rápidamente. 


Veo como al fin han abierto los pañales, papá deja caer su corona y queda eliminado del juego, por lo tanto esto ahora es un reto entre Damian y Pedro. Lo veo en sus ojos. Harán lo que sea por vencer. 


—¡Tiene abrojos, Pedro! —grito cuando mueve el oso de felpa de un lado al otro si saber qué hacer—. ¡Abróchalo! ¡Pégalo! ¡Lo que sea! —grito una vez más. Papá aparece a mi lado entre risas. Se quita la corona rosa y la coloca sobre mi cabeza, luego carga a Ale en brazos y los dos me dan un beso en la mejilla mientras que yo me retuerzo de la emoción y los nervios—. ¡Sí! —grito cuando veo que lo logro—. ¡No! ¡No! ¡Está al revés! ¡Los dibujos hacia adelante! 


Me desespero una y otra vez hasta que Pedro eleva sus brazos al cielo en señal de victoria y alza el muñeco con brusquedad sobre la mesa. Él corre una vuelta completa por el lugar, choca mi mano y regresa a la mesa. Me rio una y otra vez y todos aplauden. Verlo hacerse el rudo con esa corona de flores no tiene sentido, pero es extremadamente gracioso. 


—¡Así se hace, cielo! 


—¡Un aplauso para el papá rudo de aquí! —grita el animador y todos ovacionan a Pedro con gritos y aplausos—. ¡El ganador de la ronda uno! 


Luego de eso debo escoger a tres oponentes más para que Pedro compita con ellos, y él lleva ventaja porque ya sabe cómo colocar un pañal. Escojo a Stefan y Laura chilla de alegría, luego a Gail, el esposo de Gina, y por ultimo sonrío con malicia al buscar al tercero.



—Y creo que el tercero será… —lo miro fijamente y vuelvo a sonreír. Él parece asustarse por un momento y luego pasa la mano por su cabello—. Harry… —digo y veo como cierra los ojos y aprieta los puños. 


Liz me mira a mí y luego a él e intenta no reírse con los demás. 


—Buena broma, Paula —dice con una risa nerviosa y luego cambia su expresión y mira con odio. 


—¡Harry, Harry, Harry! —grito y todos comienzan a cantar conmigo. 


Él pone los ojos en blanco. Niega con la cabeza y parece muy empeñado en no moverse del lugar. Liz le hace ojitos y luego me acerco para burlarme. 


—Vamos, Harry. Tienes que darle al público lo que pide —le digo ladeando la cabeza. Él vuelve a destruirme con una sola mirada y luego masculla algo a su novia. 


—Dime, ¿por qué demonios sigo viniendo a las fiestas en donde está ella? —le dice bruscamente y yo me rio. 


Él toma la corona de mi cabeza y se la coloca sin decir nada más mientras que camina hacia la mesa. Todos ríen y están listos para el nuevo juego. 


—¡Como aquí hay dos expertos en cambiar pañales, solo les diré que el que coloque y quite más pañales en treinta segundos pasará a la siguiente ronda! 


El juego comienza y Stefan y Gail son expertos. Tuvieron hijos, cambiaron muchos pañales y eso se nota cuando Harry ni siquiera ha comenzado. Liz toma fotografías mientras que se muere de la risa, pero Stefan es el primero en terminar. Todos aplauden y se preparan para la final. 


Stefan y PedroPedro y Stefan. Esto será muy divertido… 


—¡El premio es un beso y un abrazo de esta hermosa chica! —grita el animador señalándome cuando Pedro gana la competencia. 


Todos ponen los ojos en blanco por el insignificante premio y yo me rio. No pensaba hacer un premio de verdad. Un beso mío vale más que cualquier cosa.


 —¡Si sabía que ese era el maldito premio, no jugaba! —exclama Harry lo suficientemente alto para que lo escuche, y me ría por enésima vez en lo que va de la tarde. 


—Me debes un premio —murmura Pedro sensualmente sobre mi oído. Rodeo su cuello con mis brazos y luego nos besamos mientras que él acaricia a nuestra pequeña princesa. Todos aplauden y una divertida canción comienza a sonar—. Estoy muy orgulloso de ti, de todo lo que has hecho… 


Las luces de colores se encienden y el animador nos envía a todos a la pista de baile para celebrar a Kya.




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