El pánico se apodera de todos mis sentidos. No soy capaz de pensar con claridad. Tengo miedo, siento que todo está a punto de acabarse, es la peor sensación que he sentido en toda mi vida. Mis ojos comienzan a llorar y todos los intentos que hago para zafarme del agarre de Pedro son en vano.
A lo lejos veo como se llevan a Ale por el pasillo a no ser cual dirección. Siento que voy a romperme por completo. Jamás he tenido tanto miedo en mi vida. Nunca podré olvidar esos ojitos, esa mirada de miedo… mi niño…
—¡Suéltame, mierda! —exclamo desesperada. Mis piernas comienzan a temblar. Pedro ha soportado de todo, pero sé que no dejará que cometa una locura.
—¡Basta! —grita con voz severa provocando que lo mire fijamente. Mis miles de chillidos y quejas cesan de inmediato—. Contrólate, Paula.
Un gran nudo se forma en mi garganta y lo único que logro hacer es dejar que mis lágrimas comiencen a deslizarse por mi mejilla. Estoy quebrada, rota de todas las formas posibles, nunca he sentido tanto miedo en mi vida y lo único que él hace es regañarme.
—Tú no me entiendes… —murmuro con la voz entrecortada—. No me entiendes.
Su mirada se nubla por un segundo, luego veo como se suaviza, su agarre deja de existir. Cierra sus hermosos ojos y toma mi rostro entre sus manos. Apega su frente a la mía y suspira una vez más.
—Lo siento —me dice en un susurro apenas audible—. Lo siento, Paula, lo siento —Rodea mi cuerpo con sus brazos y deja que solloce sobre su hombro.
Es esto lo que necesito, necesito saber que está conmigo, que se siente tan mal como yo en este momento, necesito que entienda por todo lo que estoy pasando.
No es fácil estar en mi lugar. Son miles de emociones mezcladas y miedo, sobre todo miedo. Miedo a perder a Ale, miedo a perderlo a él, miedo a perder todo lo que me hace feliz.
—Te amo, cariño. Lo siento mucho. Nuestro pequeño Ale estará bien —asegura acariciando mi cabello—. Estará bien.
Suelto un suspiro y dejo descansar mi cabeza en su pecho.
Me siento protegida, aquí sólo un poco de mi teme por Ale, el otro resto me dice que mi pequeño estará bien, que nada le sucederá, que esto es sólo un pequeño susto para probarme a mí misma que amo a ese niño más de lo que he amado a alguien más alguna vez en toda mi vida.
—Yo debería de estar ahí y no ella —me quejo en voz baja mientras que tomo la tela del gran abrigo de Pedro y lo estrujo entre mis manos—. Yo seré su madre y no ella —agrego refiriéndome a la directora Smith—, y debería estar con él y no ella, Pedro… No podré soportar esto por mucho tiempo —aseguro intentando no llorar. Ya he llorado demasiado y me veo como idiota haciéndolo, estoy harta de eso, pero simplemente no puedo evitarlo.
—Debemos irnos a casa, Paula —me dice dulcemente. Sabe cómo voy a tomarme todo esto y no será bueno. No quiero ir a casa, no quiero dejarlo, no quiero estar lejos, simplemente no quiero, tengo que quedarme aquí…
—Pedro… —protesto. Estoy suplicándole con la mirada que no lo haga, pero sé que será en vano.
—Ya oíste a los médicos, Paula. Tendremos que volver mañana en la mañana. Él estará bien, cuidarán de él.
—¡No quiero irme! —chillo.
Es en vano. Pedro ya tomó la decisión por mí, ni siquiera se detuvo a pensar como me siento realmente. Cuando soy consciente de donde estoy luego de todos mis gritos, el coche comienza a moverse y estoy regresado a casa.
Dejado a mi pequeño Ale atrás. Abro la puerta bruscamente y dejo que se golpee contra la pared provocando un estruendo. Bajo las escaleras a toda prisa y veo a Agatha y a mi padre ponerse de pie rápidamente en la sala de estar.
Pedro viene detrás de mí gritando mi nombre, pero no me importa oírlo. Estoy completamente enfurecida, dolida, me siento traicionada.
—¡Paula! —grita una vez más.
—¿Qué sucedió? —pregunta mi padre pareciendo confundido.
Suelto mi bolso encima de la estúpida mesa y me volteo en dirección a Pedro. Esta será una discusión fuerte, puedo presentirlo, pero no voy a perdonarlo.
—¡Cierra tu maldita boca y déjame en paz! —chillo en su dirección—. ¡Tomaste la decisión por mí, me arrastraste hasta tu maldito auto cuando sabías que quería quedarme con él! ¡Te odio! —grito aún más fuere golpeando su pecho.
—¡Basta! ¡Deja de gritar! —me responde elevando el tono de voz. Mi padre y Agatha parecen nerviosos y sé que quieren salir de aquí, pero no me detendré. Tengo que ganar esta pelea, yo tengo la razón.
—Princesa, creo que debes calmarte —murmura papá lanzándome una mirada de súplica.
—¡No te pongas de su lado, papá! —me quejo al borde del llanto. Estoy demasiado enfadada—. ¡Nadie me entiende! ¡Nadie quiere hacerlo! ¡Nadie me entiende! ¡Nadie! ¡Ninguno de ustedes sabe lo que siento! ¡Los odio!
—¡Basta, Paula! —grita Pedro de nuevo—. ¡Sé qué amas a ese niño! ¡Sé qué lo amas, sé qué querías quedarte ahí, pero no dejaré que nuestra hija corra riesgos innecesarios sólo por tus caprichos! —exclama dejando salir a flote a ese Pedro que no me gusta.
—¡No son caprichos, mierda! ¡Será mi hijo! Tu… —titubeo intentando contenerme. Me siento mal, todo comienza a darme vueltas—. ¡Eres imposible! —exclamo.
—¡No logro soportarte cuando te pones así! ¡Tú eres imposible!
—¡No me importa! ¡Tampoco te soporto cuando te pones así! —contraataco intentando lastimarlo, pero sé que no lo logro.
Luego me volteo y comienzo a subir las otras escaleras en dirección a mi habitación. Oigo los pasos de Pedro detrás de mí, pero acelero el paso.
—¡Paula! ¡No hemos terminado de hablar! —grita por el pasillo. Entro a la habitación y cierro la puerta, coloco el seguro y me siento en la cama con la respiración agitada. Intento calmarme, pero sólo logro entristecerme. No debí dejar que me arrastrara hasta aquí, mi lugar es con Ale—. ¡Paula, abre la puta puerta! —vuelve a gritar, mientras que golpea la madera blanca una y otra vez con fuerza.
—¡Vete a la mierda, Alfonso! —grito y los golpes cesan.
Ahora sólo hay silencio. Cierro los ojos, dejo escapar un largo suspiro y luego coloco ambas manos sobre mi rostro.
Quiero llorar pero no voy a hacerlo esta vez. Seré fuerte, me daré un baño y dormiré todo lo que sea hasta mañana. El tiempo pasará mucho más rápido y veré a Ale cuanto antes.
No me importa si no dormiré con Pedro a mi lado hoy, sólo quiero ver a mi pequeño. Ahora estoy sumamente molesta con él. No sé si podré perdonarlo pronto. Mi sueño se ve interrumpido por diversas sensaciones y cosquilleos en mi hombro derecho. Me muevo de un lado al otro para apartar esa sensación de mí, pero lo único que hago es intensificarla. Me volteo de costado y cuando siento que mi pequeña Kya esta incomoda en esa posición abro los ojos.
Parpadeo un par de veces y me encuentro con la mirada de Pedro. Está a sólo unos pocos centímetros de mí y me sonríe como si todo estuviese más que bien.
—¿Cómo entraste? —pregunto volteando mi cabeza para comprobar que no tiro la puerta abajo.
—Tenía una llave de repuesto —responde con una sonrisita.
—No quiero verte —murmuro. —estoy molesta contigo. Otra sonrisa se asoma por sus labios.
—Eres hermosa incluso cuando me mandas a la mierda, Paula Alfonso —dice acariciando mi mejilla. Frunzo el ceño por su extraño y desconcertante comportamiento y luego aparto mi mejilla de su mano. ¿Qué le pasa?
—¿Qué sucede? —pregunto sentándome en la cama. Observo en dirección a la ventana, es de noche, no tengo idea de que hora, pero debo de haber dormido casi toda la tarde—. ¿Qué hora es? ¿Por qué estás aquí?
—Son casi las ocho de la noche, Paula. Tienes que cenar —me dice, colocando su suave y caliente mano sobre la mía.
Entrelaza nuestros dedos y luego me sonríe. ¿Por qué demonios sonríe? Se supone que estamos más que peleados.
—¿Por qué sonríes? —pregunto rápidamente.
—Porque me haces muy feliz, preciosa Paula.
—Pedro, me estás asustando, ¿qué demonios sucedió? —pregunto entrando en pánico. Ale, mi niño—. ¿Qué le sucedió a Ale, está bien? ¡Dímelo!
Él suelta una leve risita y luego me abraza tiernamente.
Apoyo mi cabeza en su hombro y suelto un suspiro. Mi respiración está acelerada y mis pensamientos divagan de un lugar al otro sin poder dejarme tranquila. Ale, mi niño, necesito que me diga algo o moriré de angustia y preocupación.
—La directora Smith llamó en la tarde y dijo que Ale está muy bien. Tuvo una reacción alérgica a las fresas y que no podrá comerlas nunca. Le recetaron algunos medicamentos y se quedará en el hospital hasta mañana a medio día.
—¿Fresas? —pregunto horrorizada—. ¡Oh, mi Dios! ¡Soy una estúpida! ¡Esto es mi culpa! —chillo perdiendo el control. Ahora si quiero llorar. Me siento como la peor. No soy buena madre. ¿Cómo fue posible?—. ¡Esto es mi culpa! ¡Mi maldita culpa!
Pedro me abraza aún más fuerte y comienza a besar mi pelo una y otra vez.
—No es tu culpa, cariño. Jamás había comido fresas en su vida y nadie lo sabía —asegura para intentar calmarme—. Él está bien y me ha dicho la directora que pregunto por ti “La chica de cabello bonito”.
Suelto una risita y luego me muevo un poco. Pedro se acuesta sobre el colchón y yo descanso mi cabeza sobre su pecho, mientras que él me acaricia una y otra vez.
—No quiero que peleemos —admito con un hilo de voz.
—Tampoco yo, cielo —responde con la voz apenas audible—. He buscado durante horas la manera de pedirte perdón por todo lo que sucedió el día de hoy. No quería que te sucediera algo malo. Amo a ese niño y trato de entenderte, Paula, pero a veces tienes que pensar que no tenemos sólo a Ale en nuestros planes, Kya también está en camino.
—Eso lo sé. Es sólo qué…
Pedro coloca su dedo índice sobre mis labios y luego se acerca para poder besarme. Dejo que lo haga. Es un perfecto beso que sólo dura unos dos segundos, pero que me hace sonreír.
—Tengo tres sorpresas para ti y se debe a que he estado más de seis horas buscando una solución a todo esto —murmura tomando su teléfono celular.
—No entiendo.
Él coloca una canción y luego deja el celular a un lado, me acurruca contra su pecho y besa mi frente.
—Sólo escucha lo que dice.
¿Qué haría yo sin tu boca inteligente? Que me excita y me da patadas a la vez Tengo mi cabeza dando vueltas, no es broma, No puedo detenerme ¿Qué te está pasando por esa mente maravillosa? Estoy en un viaje mágico y místico Y estoy tan mareado, que no sé qué fue lo que me hirió Pero voy a estar bien Mi cabeza está bajo el agua Pero puedo respirar bien Estás loca y yo lo estoy también Porque todo lo que soy Es todo lo que te encanta.
Amo tus curvas y todas tus aristas Todas tus perfectas imperfecciones Dame todo de ti Que yo te daré todo de mí para ti Eres mi inicio y mi fin Incluso cuando pierdo, estoy ganado Porque yo te doy todo de mí Y tú me das todo de ti ¿Cuántas veces te tengo que decirte, Qué cuando llorar te ves hermosa? El mundo está cayendo a tus pies, Estoy pasando por cada estado de ánimo Tú eres mi perdición, eres mi musa Mi peor distracción…
—Oh, Pedro… —exclamo llorando de felicidad. Él sonríe y luego me abraza. Sorbo mi nariz con el dorso de mi mano y luego siento como limpia mis mejillas—Eres tan dulce, y yo soy tan… Me comporto como una…
—Tú eres hermosa —murmura rápidamente—. Eres todo lo que quiero. Tu eres mía.
—Sí, soy tuya —aseguro abrazándolo fuertemente.
—Dime que eres mía, entonces.
—Soy tuya —aseguro nuevamente. Siempre lo seré—. Soy toda tuya, Pedro. Tú preciosa, Paula —Rio y luego siento como sus labios se unen a los míos en un apasionante beso que me roba el aliento y hace que Kya se mueva de un lado al otro en mi interior. Los dos lo percibimos y nos separamos de inmediato. Ambos observamos mi vientre y sonreímos.
—¿Sentiste eso? —pregunta asombrado.
—Lo sentí más fuerte que tú —aseguro colocando una mano encima de nuestra pequeña. Mi vientre se pone duro y por un momento me molesta, luego vuelve a la normalidad y siento que me relajo—. Creo que nuestra pequeña Kya será una hija muy celosa de ti —admito acariciando su mejilla.
—¿Por qué lo dices? —pregunta con el ceño fruncido.
Coloco mis manos detrás de su cuello y luego atraigo sus labios de nuevo hacia los míos. Nos besamos una vez más y me acomodo mejor para estar a horcajadas sobre su cintura.
Él coloca ambas manos en mis glúteos y los acaricia una y otra vez por debajo de la tela del camisón de seda.
Comienzo a sentir su erección debajo de mí y luego otro brusco movimiento de Kya.
—¿Lo ves? —pregunto apartándome entre jadeos—. Será celosa de ti. No deja que te bese.
Pedro vuelve a sonreír, luego acaricia mi vientre y me roba un beso.
—¿Estás lista para la siguiente sorpresa? —pregunta pareciendo ansioso. Frunzo el ceño y sólo asiento levemente con la cabeza. No tengo idea de lo que quiere decirme, pero sea lo que sea, sé que me gustará.
—Vamos, Pedro, no hagas que me desespere —murmuro.
Él se ríe, luego estira su brazo en dirección a la mesita de noche y toma un gran sobre blanco entre sus manos. Lo abre con sumo cuidado y me lo entrega. Me siento en la cama rápidamente, estiro mi brazo hacia la lámpara y dejo que ilumine la habitación. Comienzo a leer una y otra vez el papel y mis ojos se llenan de lágrimas. Todo… todo lo que hicimos, las miles de preguntas, las dos visitas de asistentes sociales, todo ese tiempo que creí perdido al fin me dice algo que quiero saber.
—Oh, mi Dios… —murmuro cubriendo mi boca. Mis ojos se nublan de un segundo al otro. Pedro sonríe y me abraza.
Aún no puedo creerlo.
—Es el certificado de idoneidad para adoptar —murmura tan contento como yo—. Eso significa que oficialmente somos adoptantes.
—¡No puede ser!—chillo una y otra vez. La felicidad que me invade es inmensa, todo lo malo desaparece, ahora sólo soy feliz.
Ale, Ale será mi hijo muy pronto, ahora el proceso está en marcha y será mi hijo. Oh, mi Dios. No puedo creerlo.
—El proceso inició el día de ayer, preciosa Paula.
Comienzo a saltar de la emoción, con el pedazo de papel una y otra vez como si no pudiese creerlo todavía. Oh, mi Dios. Oh, esto debe de ser un sueño. El mejor sueño hecho realidad de toda mi vida. Me lanzo en brazos de Pedro y trato de no llorar, pero lo hago de todas formas. Sigo llorando, pero no me importa. Soy feliz, él es feliz, todos somos felices. Pedro ha logrado lo que creí imposible y en cuestión de unos pocos días.
—Aún hay más —murmura acariciando mi espalda en nuestro abrazo. Me alejo de él y lo interrogo con la mirada.
Nada puede ser mejor que esto, nada.
—Dime. —Mis abogados estuvieron investigando bastante y encontraron algo muy bueno. —Hace una pausa y me desespero de inmediato. Quiero que siga hablando—. El proceso de adopción de Londres tiene un programa llamado acogida pre—adoptiva.
—¿Y eso que significa?
—Significa que dados los motivos por los cuales Ale fue a parar en un albergue puede ser una gran puerta para que cualquier familia lo adopte.
—¿Qué? —pregunto sintiendo que el alma se me cae a los pies.
—Espera, esto es bueno —dice rápidamente—. La pre—adopción significa que podemos tener a Ale con nosotros mientras que todo el proceso de adopción definitiva se termine. Significa que sólo necesitamos hacer que el padre de Ale firme la autorización y pre—adopción y el estará con nosotros, Paula —sisea con la sonrisa más hermosa que he visto en todo su rostro.
Mis ojos lloran por su propia cuenta y siento algo en mi pecho que es indescriptible. Es hermoso.
—Oh, mi Dios… —murmuro rompiendo el llanto. No puedo creerlo. No puedo… simplemente… —Pedro…
—Mis abogados están buscando al padre de Ale. En cuanto él firme los papeles necesarios, estará con nosotros —asegura.
—¿Cuánto tiempo? —cuestiono rápidamente—. ¿Cuánto tendré que esperar?
Pedro sonríe de nuevo, luego me muestras sus diez dedos de sus manos y me horrorizo por completo.
—¿Diez meses? ¿Estás bromeando? ¡No podemos esperar tanto!
—Diez días… —dice en un susurro—. Ale estará con nosotros en diez días, preciosa Paula…
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