domingo, 3 de septiembre de 2017

CAPITULO 31 (PRIMERA PARTE)




Registro sus caricias sobre mi brazo derecho y comienzo a despertar lentamente. Me siento completamente feliz y renovada. Como si hubiese ido al spa por unas tres o cuatro horas. Todo lo que sucedió fue indescriptible, maravilloso, sorprendente. Abro los ojos y me encuentro con los suyos, está observándome y sonríe ampliamente.


–Hola. –Digo con la voz adormilada.


–Hola. –Me responde dulcemente. – ¿Cómo te encuentras?
–Cuestiona acariciando mi mejilla.


–Bien, ¿Y tú?


–Excelente.


Sonrío y muevo mis piernas ocultas debajo de las sabanas. 


Él me toma en brazos y luego hace que descanse mi cabeza en su pecho. Me acomodo mejor, así permanecemos en silencio por varios minutos. Me alegro para mis adentros y acaricio el leve bello que cubre su pecho. Beso su cuello y luego cierro los ojos de nuevo. Aún tengo sueño. Acaricia mi espalda y besa mi pelo una y otra vez.



–No te duermas. –Espeta con un melódico cantito, Pedro si que está de buen humor esta mañana. Me pregunto porque será. a sí, ya lo sé, porque tuvimos la mejor noche de sexo de todas con casi cuatros horas sin detenernos. ¡Mierda! ni siquiera yo puedo creerlo.


– ¿Qué hora es? –Cuestiono observando con el rabillo del ojo en dirección a la ventana. El día es gris y hay lluvia a fuera, pero no puedo saber en qué hora de la mañana estoy.


–Son más de las diez. –Murmura tranquilamente.


– ¿Mas de las diez? –Pregunto completamente sorprendida. 
– ¿Faltaste al trabajo?


Se ríe y besa mis labios.


–Ayer te dije que me quedaría todo el día contigo.


Sí, eso es verdad. Mientras que lo hacíamos por tercera vez, me dijo que quería quedarse conmigo y cuando lo dijo creí que sería verdad, pero estaba segura de que si me despertaba en la mañana Él no estaría a mi lado.


–No creí que hablabas enserio. –Confieso.


– ¿Por qué no? –Cuestiona frunciendo el ceño.


–Porque es obvio que el trabajo es lo más importante. –Respondo secamente. –Además, estábamos a mitad de un orgasmo. Es normal decir incoherencias. –Él busca mi mirada, pero la desvío rápidamente, hacia cualquier rincón de la habitación. No quiero que sepa que me afecta que no esté todo el tiempo conmigo, pero de cierta forma sé qué él ya lo noto.


–Mírame, Paula. –Sisea tomando mi mentón con delicadeza para que lo mire. Elevo mi rostro y luego veo una mirada llena de promesas, sentimientos y cariño que logra exterminar todo tipo de estúpidas dudas y tontas inseguridades. –Tú siempre eres lo más importante, ¿Entiendes?–Dice completamente convencido. –Eres lo más importante para mí.


Hacemos contacto visual por unos segundos, pero por más que el tiempo pase, no encuentro la manera de responder a eso, no sé qué decir y eso me hace sentir más extraña que nunca y perpleja. Yo nunca me quedo sin habla, pero con él sucede a menudo.


–Bésame. –Le ordeno en un susurro.


Es lo único que puedo decir, lo necesito, lo quiero, quiero que se quede conmigo y me siento aterrada, porque creí que esto jamás sucedería. Estoy completamente enamorada de mi esposo y eso no estaba en ninguno de mis planes. 


¿Cómo haré para resolver esto ahora? Todo se volvió un poco más complicado y aunque quiero pensar que no funcionará, sé que él también siente lo mismo. Ambos lo sentimos y solo debemos esperar el momento correcto para decirlo.


Se acerca para besarme, pero lo alejo.


–No, espera. –Le digo colocando mis manos sobre su pecho. 


–Aún no me he lavado los dientes.


Se ríe y luego niega con la cabeza levemente.


–Está bien, cielo. ¿Qué te parece si nos damos un baño y luego comemos pastel?


Sonrío ampliamente y luego me coloco a horcajadas sobre su cintura. Oh, la Paula de siempre ya despertó del todo y algo me dice que haremos mucho más que comer pastel. Él se lo buscó, ahora que resista. Quiero más.


– ¿De verdad te gustó el pastel?


–Sí. Es delicioso. –Me responde.



–Estaba pensando tomar clases de cocina. –Le informo para ver cómo reacciona. –Todos los días en la mañana, ¿Qué opinas?


Una hermosa y perfecta sonrisa se forma en sus labios y sus ojos expresan orgullo y felicidad, pero sorpresa al mismo tiempo. Sí, quiero sorprenderlo más a menudo y sé que lo haré. Soy Paula Alfonso, yo lo hago todo perfectamente bien.


–Creo que jamás creí que dirías algo así, pero me encanta que quieras hacerlo.


Suelto un gran y profundo suspiro. Es tan… perfecto.


–Sé que funcionará. –Le respondo.


–También lo creo.


–Aunque tú tendrías que pagar las clases. –Le digo entre risas. –Pero ahora que lo pienso, eres tú el que paga absolutamente todo, así que…


–Hazlo, cielo. –Musita colocando algunos mechones de pelo detrás de mi oreja. –Esteré orgulloso de lo que sea que hagas, ¿De acuerdo?


–Bien.


Oh, esta situación es extremadamente dulce y tierna, mi Paula malvada me pide a gritos ser liberada y lo hago.


Muevo mis dedos sobre su pecho y sus hombros, lo miro fijamente y luego beso sus labios castamente. Muevo mis caderas apropósito y siento su erección justo en donde la quiero. Una sonrisa malvada se escapa de mis labios, mis manos se mueven por debajo de las sabanas y lo tomo con fuerza. Él cierra los ojos y gime. Oh, sí. Me encanta verlo de esa manera. Tengo el control, siempre lo tengo.



–Paula, cariño, ¿de verdad quieres hacerlo otra vez? –Cuestiona apretando la mandíbula. Mi Paula interior se muere de la risa. Esto será muy divertido.


– ¿Por qué no? –Pregunto en un seductor susurro sobre sus labios. Tomo su miembro y lo rodeo con toda la palma de mi mano. Oh, mierda, esto es genial. – ¿No quieres que lo haga, Pedro?


–Claro que quiero.


–Es tan grande y duro… no puedo resistirme… –Siseo para provocarlo. Muerdo mi labio inferior y luego me quito las sabanas que cubren mis tetas.


Pedro me observa detenidamente y siento como su miembro se pone más duro entre mis manos. Sonrío porque me encanta ser mala, me acerco para besar sus labios, pero no lo hago. Volteo mi cara hacia otra dirección y pongo en marcha mi plan.


– ¿Quieres que lo haga? –Cuestiono una vez más.


–Hazlo, Paula. –Responde con la voz entrecortada. Oh, justo la respuesta que esperaba.


–Creo que tienes razón, ya hemos hecho mucho ayer en la noche. –Me muevo y me pongo de pie. –Voy a darme un baño. –Le informo. Parece sorprendido y creo que no le gusta que juegue de esa manera, pero ya se lo dije, siempre tengo el control.


Cruzo la habitación y antes de introducirme al cuarto de baño me volteo y veo su cara de pocos amigos.


–Paula, regresa aquí y termina lo que empezaste. –Me ordena.


Oh, sí, se enfurecerá y luego me follará a lo bestia, justo como quiero. Sonrío y le lanzo un besito, se pone de pie, corro hacia el baño antes de que me atrape y pongo seguro a la puerta. Así estaré a salvo por unos minutos.





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