Miro el reloj de la sala una y otra vez. Las galletas están frías encima de la mesada de la cocina y la televisión sigue con su aburrida programación de noticias en alemán que no logro entender algunas cosas. Miro mi teléfono, pero no hay mensajes, ni llamadas ni correos. Estoy comenzando a desesperarme. Ya son más de tres horas sin verlo y comienzo a asustarme. Algo está sucediendo y no sé qué es. No puede demorar tanto en recoger unos papeles o lo que mierda sea que tenga que hacer.
—Relájate, tesoro. Ya vendrá —dice la nana de mi esposo despreocupada. Se sienta a mi lado con otra taza de té y me la ofrece amablemente.
—No, gracias —respondo.
Estoy comenzando a temblar mientras que dejo que toda la preocupación me invada por completo.
—Ve arriba, toma un baño y luego ponte cómoda.
Prepararemos la cena y él vendrá.
—No creí que me dejaría sola por tanto tiempo.
—Solo han sido unas pocas horas —se levanta, deja la taza de té en la mesada y se voltea a medias para verme—. No te preocupes.
Me doy un baño y luego de buscar en mis tres maletas, escojo algo no muy llamativo para ponerme. No me siento en condiciones de arreglarme si no iremos a ningún lugar especial. Tomo unos pantalones de jean, una camiseta de algodón y unas zapatillas. Es extraño que las haya escogido como parte de mi guardarropa diario durante el viaje, pero al menos no me siento incómoda. Hago una cola alta en mi cabello y me coloco un poco de crema en los brazos y en la cara. Hoy no necesito maquillaje. No es nada especial.
Además, seguramente, aprenderé a cocinar algo, no estropearé más Valentinos.
Bajo las escaleras y veo a Agatha en la cocina a punto de preparar algo.
—¿Qué cenaremos?
—Ven —me indica que me coloque a su lado—. Te enseñaré a preparar un delicioso platillo, a Pedro le encanta y es fácil de hacer. Si te sale bien, tendrás muchísimos puntos extras a tu favor.
Suelto una risita y luego me coloco el delantal rápidamente.
—Te aseguro que con Pedro tengo millones de puntos a mi favor.
Ella suelta una gran carcajada y luego niega levemente con la cabeza.
—De acuerdo, te daré la razón.
Agatha me explica que haremos y como lo acompañaremos.
Prepararemos Knodel y por lo que pude entender, es un platillo principal preparado con patatas y carne. Luego, me enseña a hacer Sauerkraut. Un tipo de col picada y fermentada con agua y sal que se utiliza para acompañar todos los platillos que se le puedan ocurrir a alguien. No sé cómo resultará todo esto, pero si a Pedro le gusta, será mejor. Todo me sale perfectamente bien.
***
—Acabamos, Paula —dice emocionada. Sonrío ampliamente y luego la ayudo a poner la mesa.
Todo tiene que lucir perfecto. Sé que en el interior estoy algo molesta por la falta de respuestas a mis preguntas, pero sé que no servirá de nada pelearme con Pedro por asuntos de su trabajo. Tengo que acostumbrarme a compartirlo con el mundo, al menos un poco.
A las ocho de la noche, Pedro regresa a la casa. Su coche se detiene en la entrada y sus pasos hacia la puerta, me alertan de que ya esa aquí y está solo. No habrá sorpresas.
Miro la mesa con la cena y dejo que su nana lo reciba. No sé cómo debo actuar. Parecer feliz y besarlo hasta que tengamos una conversación en privado en la habitación, o ponerle mala cara desde ahora para advertirle que estoy muy molesta.
Él entra a la casa, besa a su nana en la mejilla y yo pongo los ojos en blanco mentalmente al ver que trae un ramo de rosas rojas entre sus manos. Intentará convencerme, pero no lo logrará. Me cruzo de brazos. Él inspecciona mi sencillo atuendo cuando se pone delante de mí, luego sonríe y me besa en los labios. Ya es tarde, me doy por vencida. Me conquistó de nuevo.
—Te ves realmente hermosa —dice, acariciando mi mejilla.
Me entrega las rosas y besa mis labios.
—Estoy algo molesta de todas formas —murmuro, evadiendo su mirada—. No lograrás hacerme desenfadar con tus encantos.
—No tienes por qué estar molesta, cariño —Toma mi mentón entre sus dedos y hace que lo mire directo a los ojos.
No puedo resistirme, me hechiza nuevamente, pierdo todos los estribos. Tomo el cuello de su camisa y lo jalo hacia mí para besarnos desesperadamente. Lo quiero, lo anhelo, lo deseo aquí y ahora, pero sé no podremos hacerlo. Mierda, lo necesito más que a nada.
Su nana tose fingidamente y ambos nos separamos. No quiero alejar sus labios de los míos, pero debo de hacerlo.
Este es uno de los momentos en los que más deseo estar en la habitación de un hotel y no en este lugar, en donde vive su nana, que es casi como su segunda madre.
—¡Paula preparó la cena, mi niño! —exclama Agatha para disipar la excitación que opacó el lugar.
—¿Preparaste la cena? —pregunta extrañado.
—Sí, lo hice por ti —admito en susurro.
—Oh, cariño… —Se queda sin habla por un segundo, y me abraza. Se siente culpable y me encanta—. Lo lamento, cielo. Tenía cosas que hacer.
—No importa, le empresa es más importante que tu esposa. Lo entiendo.
Sus ojos se abren de par en par y noto ese miedo y esa desesperación en su mirada.
—Paula…
—Solo bromeo. Ven, vamos a cenar —me rio, tomo su mano y lo llevo a la mesa.
El primero en probar lo que hice es Pedro. Me siento demasiado nerviosa. No sé cómo sabrá todo lo que hicimos y tengo miedo. Esto es un desafío, jamás hice algo así y las primeras veces me dan terror. Si no sabe bien, me sentiré demasiado decepcionada y molesta. Y Agatha será la culpable.
—¿Qué tal está? —cuestiono rápidamente cuando prueba un poco de Knodel.
Parece saborearlo por unos segundos. Su rostro no refleja nada, así que no puedo saber con exactitud como sabe la comida. Agatha examina la situación con diversión en sus ojos y eso solo produce que me sienta mucho más nerviosa que antes. Todo lo hago bien, pero cocinar jamás fue lo mío, así que no me puedo sentir segura.
Suelta el tenedor sobre la mesa y me mira fijamente. La manera en la que lo hace produce un retorcijón en mi estómago. No sé qué es, pero me desconcierta.
—Está completa y exquisitamente delicioso, mi cielo —asegura con una sonrisa. Mis músculos se relajan y vuelvo a respirar con normalidad.
—¿Enserio?
Se acerca y me roba un beso. No necesita decir más nada.
Lo hago todo bien.
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