lunes, 28 de agosto de 2017
CAPITULO 11 (PRIMERA PARTE)
Abro los ojos y lo primero que noto es que no estoy en la habitación de huéspedes, sino que me encuentro en mi cama. Miro a mi alrededor desconcertada y no veo a Pedro.
–Me trajo hasta aquí –Es lo primero que se me viene a la mente. Generalmente mi sueño suele ser muy profundo.
Me siento en la cama y observo por la ventana. Es un día nublado, como casi todos los días en Londres y lo peor de todo es que es sábado por la mañana. Distingo el reloj de mi celular que descansa sobre la mesita de noche. Son las siete treinta de la mañana. Quiero seguir durmiendo, pero no puedo hacerlo. Me fastidia tener que pensar que mi ‘querido’ esposo estará todo el día en la casa y eso solo me forja a sentirme incomoda y molesta. No quiero verlo.
Me pongo de pie y me dirijo al baño. Estoy desnuda así que no me preocupo por quitarme nada. Desenredo mi cabello y luego abro la ducha. Hoy será un día muy largo y fastidioso por dos. No puedo creer que esto me está sucediendo, ¿Por qué no podemos despertar y tener sexo mañanero de sábado como todas las parejas normales?
<<No somos una pareja normal>> –me dice mi mente que al parecer tiene deseos de amargar mi mañana. Solo somos dos personas que se casaron por dinero y fingen ser algo que jamás serán.
Me coloco bajo el agua artificial y me relajo rápidamente.
Necesito un baño. Hago todas mis rutinas de lavar mi cabello, mi cuerpo y lo demás. No es necesario explicar el proceso. Salgo de la ducha y luego de secarme tomo mi bata y regreso a la habitación.
Genial, mi día comienza a mejorar.
Pedro está recostado sobre la pared con los brazos cruzados a la altura de su pecho y me observa detenidamente. No sé que planea, pero no le dirijo la mirada.
– ¿Quieres dejar de mirarme? –pregunto dándole la espalda.
–Eres mi esposa, puedo verte todo el tiempo que quiera. –me responde.
–Vete. Quiero vestirme en paz.
–Quiero ver cómo te vistes.
– ¡Eres imposible!–chillo y lo oigo reír levemente.
Ingreso a mi tienda individual y se me cruza un gran plan por la cabeza. Haré que pague por todo lo que está haciendo.
Puedo ser mucho peor cuando me fastidian.
Tomo un conjunto nuevo de ropa interior que todavía no estrené y luego de un par de pasos alcanzo mi crema corporal. Regreso a donde Pedro se encuentra y me quito la bata, suelto mi cabello y a través del espejo veo que me observa detenidamente.
Estoy molesta con ese hombre y quiero que sienta lo mismo que sentí anoche, cuando me dejó tirada en la cama a mitad de un orgasmo.
–Paula… –Dice con la voz entrecortada. No respondo. No quiero hacerlo. Subo una de mis piernas a la cama y coloco crema en ella, luego con mis manos comienzo a esparcirla por toda mi piel. Lo hago apropósito, quiero ver qué pasa.
Jamás se me había ocurrido en todo el año que llevamos de casados, porque antes ni siquiera me importaba tenerlo cerca, pero luego de lo de anoche tengo que intentarlo.
–Paula, necesito decirte algo importante.
–Dímelo. –Respondo sin dirigirle la mirada.
Cambio de pierna y sigo esparciendo crema por ella. Lo hago lentamente, sé que está mirando, cada vez voy subiendo más y más hasta que froto el líquido con olor a flores sobre la parte interior de mis muslos. Apropósito lo hago a tal manera que él pueda a verme por completo. Sé que la vio. Cierro las piernas y luego comienzo a pasarla por mis brazos y mis hombros, él me observa, veo que está excitado. Sé que funcionará. Froto mis senos y los muevo lentamente, él sigue cada uno de mis movimientos con los ojos, me come con la mirada. Así, así lo quiero, justo así.
–Paula, deja de hacer eso. –Pronuncia con la voz ronca.
Paula, Paula, Paula… todo lo que sabe decir es Paula.
Le lanzo una de mis miradas más seductoras y luego camino así desnuda como estoy hacia su dirección.
– ¿Me ayudas? –Le digo dándole el envase de crema y volteándome de espaldas. Quiero que me toque al menos un poquito.
Escucho como abre el recipiente y siento la crema fría sobre mi piel. Sus manos se deslizan en círculos lentamente por mis costillas y luego asciende hacia arriba. Frota tiernamente mi hombro derecho y el izquierdo. Cierro los ojos, me gusta lo que está haciendo. Ambas palmas de sus manos bajan paulatinamente y marcan el contorno de mi cintura.
Comienzo a sentir calor. Las mueve muy despacio y cuando alcanza a mis caderas me atrae hacia él y mi trasero choca con su erección.
Oh, mi dios.
Quería que eso sucediera y sucedió. Ahora debo enfrentarme a lo que sigue. Resistir y hacerlo pagar o entregarme y vengarme en otra oportunidad.
–Lo haces apropósito. –Susurra sensualmente sobre mi oído derecho. Siento su aliento chocar contra mi cuello. Lo escucho sonreí detrás de mí y por alguna razón suelto una carcajada.
–No lo hago apropósito. –Digo entre risas. Él me voltea y ahora estamos frente a frente. Se ve que la situación le causa gracias. Todo pasa a ser divertido, estamos jugando un juego y eso me gusta. –No lo hago apropósito. –Repito cambiando mi sonrisa por una fina línea en mis labios. Veo que enmarca las cejas y luego se me escapa otra risa, me suelta y corro hacia el otro lado de la habitación, pero él viene detrás de mí, sus manos alcanzan mis caderas y grito cuando siento que caemos hacia el colchón de la cama.
– ¡Pedro! –Exclamo a modo de regaño. Él se ríe a carcajadas que se oyen por toda la casa, jamás lo oí reí así, en realidad jamás lo oí reír. Lo cual me resulta extraño y lindo al mismo tiempo. Me toma de la cintura y hace que me coloque encima de él, no me niego y dejo que mi peso haga presión sobre su cuerpo.
–Paula, Mírame. –Ordena con dulzura, lo hago y me arrepiento. Me siento idiotizada, no sé cómo reaccionar. Su voz es suave y sensual al mismo tiempo me seduce y hace que pierda la razón. Sus ojos son tiernos y tienen un brillo especial.
Muevo lentamente mis manos hacia su pecho y coloco una pierna a cada lado de sus caderas.
–Esto empieza a funcionar. –Susurra, mientras que desliza sus manos hacia mi trasero. – ¿No crees?
–Claro que lo creo. –Respondo rápidamente y luego acerco mis labios a los suyos. Quiero besarlo, quiero tocarlo, quiero que tengamos sexo como ayer en la noche por que esta vez sea mucho mejor. Lo quiero dispuesto a todo.
Muevo la boca y siento como me abraza con sus fuertes brazos por la cintura. Él comienza a besarme y cuando nuestras lenguas se encuentran me vuelvo loca de felicidad.
Me muevo solo un poquito para excitarlo. Siento su miembro justo debajo de mí y pide a gritos ser liberado. En un seco movimiento ambos nos volteamos y ahora el está encima de mí. Comienza a besar mi cuello muy lentamente y hace que la temperatura de mi cuerpo vaya aumentando, luego siento como su lengua caliente busca el lóbulo de mi oreja y lo chupa con goce. Cierro los ojos y disfruto de esa hermosa sensación.
–Paula... –Dice entre susurros.
–Bésame. –Le suplico con un hilo de voz. Él me hace caso y posa su magnífica boca sobre la mía. Nos besamos frenéticamente, percibo como nuestros labios se mueve al compás y como miles de sensaciones aparecen en mi estomago. –Bésame como solo tú sabes hacerlo.
Sus manos comienzan a acariciar mis senos y luego los aprieta con un poco más de fuerza, gimo cuando siento que sus dedos tocan mis pezones duros y su lengua deja mi boca y comienza a descender hasta saborear la piel de mis senos. Determino que quiero gritar. Me gusta, me encanta lo que está haciendo. Abro los ojos y con desesperación poso mis manos sobre la parte trasera de su cabeza y las entierro en su cabello. Se siente delicioso, mis pezones están entre sus labios y su lengua los estimula vivazmente.
Palmeo su torso, quiero quitarle la ropa ahora mismo. No me importa nada y de un tirón arranco todos los botones de la prenda y los hago volar por todos lados. Ya lo hice una vez, no tiene nada de malo que lo haga de nuevo.
–Esa camisa era nueva. –Dice Pedro elevando su cabeza con una sonrisa traviesa en su rostro. Eso para mí es luz verde.
–Somos ricos, puedes comprar otra. –Digo mordiéndome mi dedo índice como si fuese una niña pequeña. Me devora rápidamente y me dejo, sus labios vuelven a besarme. Mis manos apartan la molesta prenda del lugar y luego palmean su espalda, sus bíceps y sus hombros. Estoy muy excitada, ya me canse de juego previos. Busco el cinturón de su pantalón y lo desabrocho con desesperación luego desprendo el botón y bajo el cierre. Ahí está, esperándome.
Meto mi mano dentro de su ropa interior y tomo su virilidad entre mis manos. Caliente y duro, ¿Cómo no había hecho esto antes? Lo oigo jadear y veo como cierra los ojos. ¿Lo hago o no lo hago? Claro que si lo haré.
–Desnúdate. –Murmuro rápidamente. Él me deja sobre la cama y se quita los pantalones y los calzoncillos. Me siento en la cama y cuando voy a acercarme para saborearlo su mano me detiene en seco.
–No es necesarios que lo hagas. –Dice observándome desde arriba. Frunzo el ceño, no entiendo qué demonios está diciendo. Me relamo los labios del gusto. Quiero hacerlo, ahora si tengo deseos de probar que se siente. Intento acercarme pero me toma por las caderas y me arrastra hacia la parte superior de la cama. Mi cabeza siente las almohadas de plumas y luego el cuerpo desnudo de Pedro encima del mío.
– ¿Por qué? –Pregunto con la respiración acelerada.
–No es necesario. –Murmura y luego abre mis piernas. No me quejo, dejo que juegue con mi feminidad y que explore.
Su dedo índice entra y sale rápidamente. Gimo, jadeo y de vez en cuando gimoteo. Me encanta lo que hace. Cierro los ojos y siento dos de sus dedos dentro de mí, mi sexo se expande, arqueo la espalda y me agarro de sus hombros cuando acelera el ritmo, los araño con mis uñas y jadeo otra vez. Es embriagador.
–Tócame. –Le pido cuando sus manos se alejan de mí. Las siento de regreso sobre mi cuerpo, él me toma con delicadeza por la cintura y comienzo a sentir como se introduce en mí, muy lentamente. Veo estrellas, de verdad, veo estrellas. Lo saca muy despacio hasta la mitad y luego lo introduce con brusquedad. Grito. No me esperaba eso.
Repite la acción y vuelve a hacerlo, pero más fuerte que antes, ¡Mierda!
¡Si resulto!
–Ah, muévete. –Le imploro.
Comienza a moverse una y otra vez dentro y fuera muy rápido. Ambos nos meneamos juntos y oigo algún que otro gruñido de su parte. Enredo mis piernas sobre su trasero y alzo más la pelvis, así lo siento más adentro. Oh, sí. Él acelera el ritmo cuando creo que eso ya no es posible, siento cosquillas en el vientre y algo extraño en mi interior. ¿Será un orgasmo? ¡Espero que sí! ¡Ya los extrañaba!
Abro los ojos y lo veo. Su cabello está alborotado y todo su cuerpo tenso. Hay algunas arruguitas visibles en su frente y la expresión de placer y satisfacción es su rostro es indescriptible. Me hace feliz saber que soy yo quien lo produce. Me siento en la gloria.
– ¿Así lo quieres, Paula? –Pregunta para provocarme más. Asiento con la cabeza rápidamente. – ¿así?
– Sí… Sí, así lo quiero. –Murmuro con voz rasposa. Está haciendo un excelente trabajo. Su miembro entra y sale de mí avivadamente y me hace vibrar. Se detiene y luego me voltea de costado. No digo nada, dejo que me controle, soy su marioneta, su juguete y me encanta. Eleva mi pierna derecha hacia arriba y la sostiene con un brazo. Mis extremidades forman un ángulo de noventa grados a la perfección. Oh si, sé lo que hará y me encanta esa idea.
–Dime, cariño, ¿Qué quieres?
– Follame… ¡Follame, Pedro! –Exclamo con desesperación.
Siento como su miembro se aproxima a mí y luego lo siento adentro de manera inesperada.
– ¡Ahh! –Dejo escapar un grito.
Disfruto de cómo me penetra una otra vez muy duro, como me gusta. El aire se acaba rápidamente y las maldiciones que quiero decir no salen de mi boca, tengo calor, mucho calor y cada vez que acelera el ritmo dejo que gemidos escapen. Me oirán, lo sé, por eso me muerdo el labio inferior para callarlos, pero no lo logro. Mis tetas golpean unas con otras y producen un sonidito que me resulta agradable, aprieto la espalda de Pedro y le clavo las uñas, el gruñe y abre un poco los ojos para regañarme, no me importa.
Acelera el ritmo para darme mi merecido y me hace gritar aun más. Estoy impresionada. Mi cabello rebota por todas partes y con la mano que tiene libre se encarga de quitármelo de la cara. Acerca su boca y me besa, ahogo mis clamados jadeos en sus labios. Siento como me desea y me devora. Comienza a moverse un poco más lento y registro que mis piernas se debilitan, mi estomago se retuerce y mis ojos se cierran, estoy muy cerca, pero necesito mas.
–Más, quiero más. –Susurro y luego me coloco a horcajadas sobre él. Tomo su pene entre mis manos y lo introduzco en mi feminidad. Lo hago lento y pausado. De arriba hacia abajo muy acompasado. Eso le encanta. Veo como cierra los ojos y siento la fuerza con la que me toma de la cintura.
–Muévete, cielo. –Lo oigo decir. Se me activan todos los sentidos cuando oigo que dice la palabra ‘cielo’ y comienzo a cabalgar sobre sus caderas. Ambos gemimos, lo hago rápido como jamás creí que soportaría hacerlo. Hecho mi cabeza hacia atrás. Siento y disfruto de una de sus manos mientras que aprieta mi seno derecho.
– ¡Pedro! –Grito cuando sé que está cerca. Siento que me toma con más fuerza y hace que sus penetraciones sean mucho más profundas y duras dentro de mí. Las piernas me tiemblan, se acerca, ya casi está listo.
– ¡Espérame!–Escucho que exclama. Intento respirar, sigo moviéndome y él también lo hace, pero con mas desesperación y más rapidez que yo.
– ¡Ah! Sí…–Grito cuando por fin acabo. Mis piernas flaquean y mi fuerza de voluntad por seguir encima de Pedro se acaba. Me derrumbo sobre su pecho y escucho como gruñe y suelta un grito. Luego todo su líquido se derrama en mi interior. Respiro dificultosamente. Contemplo como su pecho se eleva hacia arriba en busca de aire. Acerco mi cabeza a la suya y veo una fina capa de sudor en su frente.
–Funcionó. –Le digo con una sonrisa de satisfacción en el rostro. Él me toma entre sus brazos y acaricia mi cabello.
–Funcionó. –Me responde con el mismo tipo de expresión que tengo yo en el rostro. Le sonrió y luego acepto su beso de feliz sexo mañanero.
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