domingo, 10 de septiembre de 2017
CAPITULO 53 (PRIMERA PARTE)
Una hora después Pedro, Laura y yo bajamos las escaleras y nos dirigimos hacia la cocina. Genial. Quieren que haga un bendito pastel y no tengo ánimos de hacer nada. Bien, solo lo haré porque extrañamente no me siento como una maldita egoísta y quiero complacerlos a ambos.
No sé que me sucede, pero la Paula malvada que llevo dentro niega con la cabeza y me mira de reojo. Sé que está enfadada, pero no me importa. Algún día me desharé de ella para siempre.
Laura y mi esposo se sientan en los taburetes de madera de la barra de la mesada y colocan sus manos sobre sus barbillas para observarme. Me siento incomoda y evito sus miradas, mientras que busco algunos recipientes. Necesitaré ayuda o no haré nada. Que al menos me ayuden a hacer el preparado.
Coloco los recipientes en la mesada, llamo a Laura y luego le coloco un delantal más pequeño, de esos que solo se usan en la cintura para que no manche su ropa. Luego coloco sobre mi rostro el delantal que compre para Pedro que dice ‘Te quiero’. Ato mi cabello y lavo mis manos. Hasta ahora recuerdo a la perfección los pasos así que creo que todo saldrá bien. Siempre debe de salir bien.
Comienzo a dar órdenes y ellos obedecen al pie de la letra. Pedro vierte el contenido de preparado sabor chocolate en uno de los bol transparentes, Laura trae la leche del refrigerador y ambos hacen la mezcla. Todo es muy ruidoso, pero para mí no es suficiente. Tomo mi celular y lo conecto a los estéreos de sonido de la mansión. Oprimo la primera canción que veo y 22 de Taylor Swift comienza a sonar con su atrapante melodía. Laura alza los brazos y baila. Sé que le gusta esta cantante así que la dejo. Sigo moviéndome al ritmo de la canción y de vez en cuando molesto a Pedro, lo abrazo y acaricio su cabello sin control alguno.
–No puedo ser pastelero si esta preciosa mujer me molesta. –Le dice a Laura en un susurro que logro escuchar. – ¿Qué crees que debo hacer, princesa? –Pregunta hacia la niña. Mi sobrina sonríe y luego le dice algo al oído.
Decido ignorarlos y me volteo hacia el otro preparado. Será un pastel de vainilla y chocolate con cobertura de chocolate y fresas en el centro. Sé que les encantará, ya lo tengo todo completamente planeado en mi cabeza. Pedro me toma por sorpresa de la cintura y hace que de un saltito del susto.
Derramo un poco de preparado amarillo sobre mi ropa y al ver la mancha que ha dejado en la tela me aparto de él y lo fulmino con la mirada. No puedo creer que haga esto.
– ¿Qué acabas de hacer? –Pregunto intentando parecer enfadada, pero no lo estoy es solo una mancha insignificante. Oh, por dios ¿yo dije eso? no puedo creerlo.
Pedro me mira divertido y se acerca cada vez más a mí. Laura se ríe al otro lado de la habitación y nos observa con detenimiento.
Decido ser mala y tomo un poco de preparado de la fuente con mi cuchara. Pedro se aleja de mi lentamente porque sabe que voy a atacarlo, pero esto será divertido, oh, sí, quiero hacerlo.
–No. –Me advierte. –La camisa es nueva, Paula. –Dice intentando parecer perturbado, pero sabe que nadie puede detenerme. Sigo acercándome hasta que su cuerpo choca con la mesada. Ya no tiene salida. Mojo la yema de mi dedo índice con el líquido algo espeso y luego mancho la puntita de su nariz con él. Lo beso y sonríe. Me rodea la cintura y luego acaricia mi cabello. La fuente se interpone entre ambos, pero aun así, logra estrujarme entre sus brazos por unos segundos. Me besa y luego nos seguimos moviendo, cada quien hace cosas diferente.
Voy dando más indicaciones de lo que deben hacer. Laura es una excelente secretaria, me trae todos los ingredientes que necesito del refrigerador y parece estar divirtiéndose muchísimo. Me gusta verla así, calmada, linda, normal. No es esa niñita irritante que tanto detesto a veces, ahora es una niña normal, es un perfecto ángel.
I don’t know about you but I’m felling 22
Everything will be all right if you keep me next
To you
Laura y yo cantamos la canción antes de que se acabe con todas nuestras fuerzas, mientras que utilizamos las cucharas como micrófonos. Pedro toma su teléfono celular y oprime la pantalla tomándonos amabas una perfecta secuencia de fotografías. Terminamos con los dos preparados rápidamente y los depositamos en el horno que ya está en su grado para cocción perfecto.
Preparo la cobertura de musse de chocolate para el pastel con suma paciencia mientras que Laura se encarga de quitar todas las hojitas de las fresas que cubrirán el pastel. Pedro está lavando lo que ensuciamos y me da risa voltearme y verlo así, tan… hogareño. Otra canción comienza a sonar y no es la de mi celular. Pedro toma su teléfono con las manos mojadas y luego contesta la llamada.
Parece completamente sonriente y lo miro de reojo porque deseos saber porque sonríe de esa manera. No soy celosa, bueno, tal vez, si lo sea, pero tengo mis motivos para serlo.
–Qué bueno que ya estén en Grecia… –Dice sonriente. Suelto un suspiro. Es su hermana, bien, respiro con normalidad. –Claro, sé que estás desesperada, ahí te la paso. –Murmura tendiéndole el celular a Laura que no deja de dar saltitos de emoción. Sabe que son sus padres y de seguro ella debe de extrañarlos.
Me siento en la banqueta para descansar un poco, mientras que sigo batiendo la musse. Ya casi está en su punto. Pedro se acerca a mi lado y me abraza por la cintura, besa mi cuello y luego observa a su sobrina que habla y habla con sus padres y le cuenta todo lo divertido que hemos hecho. Verla si de feliz me hace sonreír. Ella y yo nunca nos llevamos bien, pero es un buen comienzo.
Me distraigo por unos segundos y Pedro coloca su dedo entero en mi merengue. – ¡no toques mi merengue, Alfonso! –Exclamo. Me molesto y golpeo su mano con la cuchara cuando la retira. No me gusta que haga eso. El se ríe y luego coloca un poco en mis labios. Me mira fijamente y quita unos mechoncitos sueltos de mi cabello. Sé lo que hará y quiero que lo haga, claro que lo quiero. Dejo el bol encima de la mesada y hago que mis manos acarician su espalda lentamente. Sé que Laura está ahí, pero no nos observara, está distraída caminando de un lado al otro. Podemos darnos el lujo de un beso como los que me gustan.
–Te quiero, mi preciosa Paula. –Murmura acortando la distancia entre ambos. Cierro los ojos, siento como sus dedos se hunden en mi cadera y luego todo parece desaparecer. Mis pies se despegan del piso y solo siento sus labios junto a los míos mezclados por el sabor a chocolate.
Entierro mis manos en su pelo y profundizo más el beso.
Como me gusta.
Ya no me importa mi suegra, la niña, el perro, la lluvia que cae en el jardín… nada me importa. Estoy en donde quiero estar, este hombre es mi hogar, es lo que necesito. Es simplemente él. Lo inevitable ya sucedió y no me arrepiento de nada.
–Te quiero mucho más, Pedro…
Laura cuelga la llamada minutos después de nuestro beso. Charlie reaparece en la cocina y se acerca a su potecito de agua y bebe un poco de ella. Ahora que la niña terminó de hablar, vuelvo a subir el volumen a los parlantes de la casa. Best song ever suena en todo el lugar, pongo los ojos en blanco y me pongo a bailar rápidamente. Pedro me mira de manera extraña y Laura se acerca cautelosamente hacia mi dirección.
– ¿Qué sucede? –Pregunto un tanto alarmada.
–No sucede nada. –Me responde Pedro con una malvada sonrisa en sus labios. – ¿Por qué piensas que sucede algo?
– ¿Qué intentan hacer? –Cuestiono dando varios pasos hacia atrás.
Laura se ríe y da un grito de guerra, Pedro toma un puñado de harina de la mesada y me lo lanza a toda velocidad. Laura realiza la misma acción y en cuestión de dos segundos me veo cubierta por el polvo blanco.
– ¡Pedro, Laura! –Exclamo enojada y sorprendida. Ambos se ríen a carcajadas, disfrutando el momento. Corro hacia el pote de harina y tomo un poco en cada mano. Se los lanzo a ambos y así como estamos, empezamos una desastrosa guerra de harina…
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