martes, 19 de septiembre de 2017
CAPITULO 28 (SEGUNDA PARTE)
Una hora más tarde, estoy recorriendo algunas tiendas del centro comercial y Damian me acompaña de un lado al otro.
—Ahora debemos comprar algunos libros aquí —Señalo la puerta de la entrada de la librería, él pone los ojos en blanco y rápidamente ingresamos al amplio local. Una de las vendedoras se acerca a nosotros y nos pregunta si necesitamos ayuda. Le digo que no, rápidamente, y me encamino entre los estantes en busca de lo que quiero.
Puedo encontrar un libro yo sola. No necesito a nadie más.
—¡Oh, mira! —exclama enseñándome la portada de un libro—“Cómo ser amable con los demás” Este libro es perfecto para ti, nena.
Pongo los ojos en blanco y lo fulmino con la mirada. No tengo tiempo para bromas.
—Sí, tu deberías de comprarte uno titulado: “Cómo dejar de ser idiota”
Damian se ríe, pero no me dice nada. Mira a su alrededor y luego a mí. A veces somos dos niños y a veces... En realidad, siempre nos comportamos como niños.
—¿Qué buscamos exactamente?
—Libros de cocina —respondo, leyendo los títulos de algunos lomos ubicados en los estantes.
—Pues, no creo que encontremos eso en la sección de psicología, Paula —murmura señalándome el cartel verde y blanco.
Miro a Damian y luego a los libros, vuelvo mi mirada a él nuevamente y comienzo a reír. No sé qué me sucede, pero me siento tan diferente a las veces anteriores. Él se ríe conmigo y me abraza tiernamente como diciéndome “Eres una tonta”
—Hice eso para saber si estabas atento —Miento, colocando un mechón de pelo detrás de mi oreja.
No noté ese pequeño detalle, pero siempre gano, siempre tengo la razón, aunque no la tenga.
—Ven, debe ser por aquí.
Cuando encuentro los libros de cocina, comienzo a verlos unos por uno. Son cientos y sé que demoraré en escoger los que quiero comprar. Hay de todo tipo. Comida, repostería, pastelería, etc.… Hay títulos muy llamativos y tapas demasiado coloridas.
Elijo uno de comida alemana, otro de comidas típicas de Inglaterra y cuatro libros diferentes de repostería. Tengo más de cien pasteles por hacer o, al menos, por intentar hacer. Y, además de eso, uno de cupcakes. Nunca he intentado hacerlos, pero son cuatro ingredientes y se ve demasiado fácil.
—¿Para qué tantos libros?
—Porque tengo mucho tiempo libre y quiero sorprender a mi esposo todas las veces que sean necesarias.
Este es el paso más importante para mi sorpresa. Hoy le diré que tendremos un bebé y quiero que sea especial. Ya lo tengo todo planeado en mi mente, solo faltan unos pocos detalles, pero será perfecto.
Llegamos a la caja y mientras que una de las empleadas pasa las etiquetas de los libros sobre el aparato, miro el mostrador, repleto de otros libros. Un título llama mi atención y no dejo de verlo ni un solo segundo.
“El libro de los mil nombres”
Son esas pequeñas señales que haces que una sonrisa reaparezca de un segundo al otro. Miro a Damian de reojo y lo veo distraído con la pantalla de su celular. Tomo el libro y se lo doy a la cajera rápidamente sin que nadie más lo note.
Ella lo coloca en la bolsa luego de registrar el precio y, en ese momento, respiro con tranquilidad. Seguramente me pasaré toda una tarde leyendo los nombres, escogiendo algunos y pensando en mi bebé…
—¿Listo?
—Sí, vámonos. Tenemos otras cosas que comprar.
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